MADRID – 2023 puede resultar año de referencia porque la inteligencia artificial transforme la vida diaria. Asíse expresóBrad Smith, presidente de Microsoft en unevento sobre la IA que organizó el Vaticano la semana pasada. Pero la declaración de Smith no fue tanto una predicción como una llamada a la acción: el evento (al que asistieron líderes de la industria y representantes de las tres religiones abrahámicas) se inscribe en el objetivo de promover un enfoque ético y antropocéntrico para el desarrollo de la IA.
Es indudable que la IA plantea tremendos desafíos operativos, éticos y regulatorios. Y darles respuesta no será en absoluto sencillo. Aunqueel desarrollo de la IA comenzó en los años cincuenta, aún no se han definido el concepto general ni su impacto probable.
Algunas facetas del inmenso potencial de la IA se han conocido por significativos avances recientes en el campo, que van de los textos escalofriantemente «humanos» de la herramientaChatGPT (creada por OpenAI) a aplicaciones que puedenacortar -por años- el proceso de descubrir nuevos fármacos. Pero todavía es imposible prever todos los modos en los que la IA transformará nuestras vidas como humanidad -y, más ampliamente, la civilización-.
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In a rapidly digitalizing world, central banks are staring down a future in which they may lack the tools necessary to manage crises, and in which they may no longer be able to protect their monetary sovereignty. They should recognize that digital currency is a source of institutional salvation.
thinks governments must embrace central bank digital currencies or risk a fundamental loss of control.
MADRID – 2023 puede resultar año de referencia porque la inteligencia artificial transforme la vida diaria. Así se expresó Brad Smith, presidente de Microsoft en un evento sobre la IA que organizó el Vaticano la semana pasada. Pero la declaración de Smith no fue tanto una predicción como una llamada a la acción: el evento (al que asistieron líderes de la industria y representantes de las tres religiones abrahámicas) se inscribe en el objetivo de promover un enfoque ético y antropocéntrico para el desarrollo de la IA.
Es indudable que la IA plantea tremendos desafíos operativos, éticos y regulatorios. Y darles respuesta no será en absoluto sencillo. Aunque el desarrollo de la IA comenzó en los años cincuenta, aún no se han definido el concepto general ni su impacto probable.
Algunas facetas del inmenso potencial de la IA se han conocido por significativos avances recientes en el campo, que van de los textos escalofriantemente «humanos» de la herramienta ChatGPT (creada por OpenAI) a aplicaciones que pueden acortar -por años- el proceso de descubrir nuevos fármacos. Pero todavía es imposible prever todos los modos en los que la IA transformará nuestras vidas como humanidad -y, más ampliamente, la civilización-.
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