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Evitemos una nueva Guerra Fría

MADRID – Una inquietante idea parece haberse adueñado de Occidente: que nos estamos adentrando en una nueva Guerra Fría. Esta narrativa comenzó a popularizarse a raíz de la disputa comercial entre China y EE.UU, y la crisis de la COVID-19 ha proporcionado el impulso definitivo. Según algunas voces, es mejor atarse los machos que ignorar ingenuamente el choque hegemónico que marcará la “nueva normalidad”.

Pero estas llamadas de alerta disfrazan de realismo lo que no es más que fatalismo, y nos presentan como inevitable lo que no es más que una elección. Puede que EE.UU. y China se encuentren inmersos en una contienda entre superpotencias, pero no necesariamente en una recreación de la Guerra Fría.

Al parecer, las referencias a la Guerra Fría se están haciendo hueco incluso en documentos oficiales, aunque sea implícitamente. Según un informe presentado por la Casa Blanca en mayo, donde se detalla el enfoque estratégico de EE.UU. con respecto a China, “Pekín reconoce abiertamente que su intención es transformar el orden internacional para alinearlo con los intereses y la ideología del PCC [Partido Comunista de China]”. El sistema chino, añade el informe, “está afianzado en la interpretación que Pekín hace de la ideología marxista-leninista y combina una dictadura nacionalista y de partido único; una economía dirigida por el Estado; la puesta de la ciencia y la tecnología al servicio del Estado, y la subordinación de los derechos individuales para servir a los fines del PCC”.

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