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Wall Street no puede acabar con Bernie

NUEVA YORK – El narcisismo y el desconcierto panglossiano de la elite de Wall Street es una maravilla para contemplar. Sentados en sus pedestales de poder, y disfrutando de exenciones impositivas, dinero fácil y mercados bursátiles en alza, están seguros de que todo está perfecto en éste, el mejor de los mundos posibles. Los críticos deben ser tontos o demonios.

Cuando he mencionado mi apoyo al candidato presidencial norteamericano Bernie Sanders en compañía de ellos, he recibido resuellos audibles, como si hubiera invocado el nombre de Lucifer. Están seguros de que Sanders es inelegible o de que, si por algún motivo resulta electo, generará el colapso de la república. En diferentes grados, los mismos sentimientos se pueden encontrar en medios “liberales” como The New York Times y The Washington Post.

Este desdén es elocuente y, a la vez, absurdo. En Europa, Sanders sería un socialdemócrata tradicional. Quiere devolverle alguna decencia básica a la vida norteamericana: atención médica universal financiada por el estado; salarios por encima de la pobreza para los trabajadores a tiempo completo, además de beneficios básicos como la licencia familiar posnatal y la licencia paga por enfermedad; educación universitaria que no sumerja a los adultos jóvenes en una deuda de por vida; elecciones que los multimillonarios no puedan comprar; y políticas públicas determinadas por la opinión pública, y no por el lobby corporativo (que alcanzó 3.470 millones de dólares en Estados Unidos en 2019).

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