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Bancos centrales con cara impasible

BASILEA – ¿Cuántas veces han oído decir que la Reserva Federal de Estados Unidos tiene un mandato dual para promover tanto la estabilidad de precios como el máximo empleo? ¿Sabían que el argumento es falso? Según la Ley de Reforma de la Reserva Federal de 1977, la Fed también tiene un tercer mandato: garantizar tasas de interés de largo plazo moderadas.

Este objetivo no tiene nada de inusual. Los bancos centrales a lo largo de los años han intentado impedir aumentos repentinos de los rendimientos de los bonos gubernamentales. En los años 1930, por ejemplo, el Tesoro de Estados Unidos quería que la Fed limitara los rendimientos de los bonos, lo que llevó a un acuerdo según el cual la Fed acordaba mantener condiciones de mercado ordenadas. Aún el histórico Acuerdo entre el Tesoro y la Reserva Federal de 1951, que restableció la independencia del banco central después de la Segunda Guerra Mundial, exigía a la Fed “garantizar el financiamiento exitoso de los requerimientos del gobierno y, al mismo tiempo, minimizar la monetización de la deuda pública”.

Por cierto, la Fed tiene un cuarto objetivo, porque es responsable (prácticamente como casi todos los demás bancos centrales) de garantizar un sistema financiero estable. El punto aquí es que la mayoría de los bancos centrales importantes antes de la crisis financiera de 2008 tenían sólo un instrumento de política monetaria con el cual llevar a cabo estas tareas: la tasa de interés de un día en los mercados interbancarios. De ahí que el pensamiento académico convencional en los años 1990 se centrara en un único instrumento de corto plazo, que resultó ser muy conveniente para mantener a los bancos centrales al margen de los problemas políticos.

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