Washington D. C. – Cuando Joe Biden asumió como presidente en 2021, el primer mensaje que envió al resto del mundo fue: «EE. UU. ha vuelto». Después de asumir por tercera vez como secretario general del Partido Comunista de China (PCCh), Xi Jinping parece estar proclamando algo similar.
En los últimos dos meses los líderes chinos anunciaron que darán marcha atrás en una serie de importantes políticas, o dieron señales de ello: pusieron fin abruptamente a las fuertes restricciones de la política de cero COVID que mantuvieron durante tres años, flexibilizaron la ofensiva contra las empresas tecnológicas y el sector de bienes raíces, reafirmaron su compromiso con el crecimiento económico y ofrecieron una rama de olivo a Estados Unidos en el G20. Frente a la aparente reapertura de las puertas de la segunda mayor economía a los negocios, los inversores reaccionaron con entusiasmo.
Pero aunque el reinicio a favor de los negocios pinta bien para el comercio internacional y la paz y estabilidad mundiales, volver a poner a la economía china en la senda correcta requerirá más que la simple reversión de las políticas recientes. Lo que realmente hace falta es recuperar el pragmatismo y reincorporar la crítica honesta al sistema político. Como señalé en mi libro Cómo escapó China de la trampa de la pobreza, esos atributos definieron la famosa gobernanza adaptativa de la era de Deng Xiaoping.
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The latest last-minute deal to raise the US debt limit does not solve the underlying political problem. On the contrary, with the country on track for a Biden-Trump rematch next year – a contest that Trump just might win – the truce is likely to be short-lived.
sees little reason to believe the latest last-minute deal will be anything more than a short-lived truce.
The European Jewish Association’s recent insistence on the exceptional nature of anti-Semitism raises important questions about the nature of privilege and oppression in contemporary societies. The risk is that the EJA’s conceptual framework could all too easily reproduce the very bigotry it seeks to oppose.
sees problems with efforts to treat hatred toward Jews separately from other forms of bigotry.
Washington D. C. – Cuando Joe Biden asumió como presidente en 2021, el primer mensaje que envió al resto del mundo fue: «EE. UU. ha vuelto». Después de asumir por tercera vez como secretario general del Partido Comunista de China (PCCh), Xi Jinping parece estar proclamando algo similar.
En los últimos dos meses los líderes chinos anunciaron que darán marcha atrás en una serie de importantes políticas, o dieron señales de ello: pusieron fin abruptamente a las fuertes restricciones de la política de cero COVID que mantuvieron durante tres años, flexibilizaron la ofensiva contra las empresas tecnológicas y el sector de bienes raíces, reafirmaron su compromiso con el crecimiento económico y ofrecieron una rama de olivo a Estados Unidos en el G20. Frente a la aparente reapertura de las puertas de la segunda mayor economía a los negocios, los inversores reaccionaron con entusiasmo.
Pero aunque el reinicio a favor de los negocios pinta bien para el comercio internacional y la paz y estabilidad mundiales, volver a poner a la economía china en la senda correcta requerirá más que la simple reversión de las políticas recientes. Lo que realmente hace falta es recuperar el pragmatismo y reincorporar la crítica honesta al sistema político. Como señalé en mi libro Cómo escapó China de la trampa de la pobreza, esos atributos definieron la famosa gobernanza adaptativa de la era de Deng Xiaoping.
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