CONDADO DE FAIRFIELD, CONNECTICUT – Después de tres largos años, la pandemia no muestra señales de desaceleración. Desafortunadamente, la resistencia pública y la fatiga con respecto a las intervenciones y restricciones vinculadas con el virus COVID-19 están en su punto más alto. Incluso China, que en el pasado fue considerada líder en el control del virus, rápidamente ha dejado de lado la mayoría de las estrategias de mitigación.
Pero no nos equivoquemos: El COVID-19 sigue representando un peligro patente y presente. Las investigaciones demuestran que dos o más reinfecciones por COVID-19 duplican el riesgo de muerte, así como el riesgo de sufrir coágulos sanguíneos y daños pulmonares, entre otras consecuencias negativas para la salud. Se ha descubierto que el riesgo de eventos cardiovasculares aumenta en un 4,5% hasta 12 meses después de la infección, independientemente de la edad, la raza, el sexo, la obesidad, el tabaquismo u otros factores. Además, las últimas olas de infección están siendo impulsadas por nuevas variantes que evaden la inmunidad adquirida tanto mediante la vacunación como mediante infecciones previas.
La buena noticia es que todavía tenemos poderosas herramientas de prevención a nuestra disposición. De hecho, existe una estrategia ampliamente infrautilizada que no requiere cambios de comportamiento ni restricciones, que se puede usar en casi cualquier lugar, y que también nos ayudaría a protegernos contra otros virus transmitidos por el aire, como el VSR y la influenza. Dicha estrategia requiere que se invierta mucho más en medidas básicas como ventilación, filtración de aire y luz germicida ultravioleta, y también requiere que se acelere la exploración de nuevos descubrimientos, como el potencial uso de los niveles de acidez de los aerosoles para inactivar ciertos virus en el aire.
CONDADO DE FAIRFIELD, CONNECTICUT – Después de tres largos años, la pandemia no muestra señales de desaceleración. Desafortunadamente, la resistencia pública y la fatiga con respecto a las intervenciones y restricciones vinculadas con el virus COVID-19 están en su punto más alto. Incluso China, que en el pasado fue considerada líder en el control del virus, rápidamente ha dejado de lado la mayoría de las estrategias de mitigación.
Pero no nos equivoquemos: El COVID-19 sigue representando un peligro patente y presente. Las investigaciones demuestran que dos o más reinfecciones por COVID-19 duplican el riesgo de muerte, así como el riesgo de sufrir coágulos sanguíneos y daños pulmonares, entre otras consecuencias negativas para la salud. Se ha descubierto que el riesgo de eventos cardiovasculares aumenta en un 4,5% hasta 12 meses después de la infección, independientemente de la edad, la raza, el sexo, la obesidad, el tabaquismo u otros factores. Además, las últimas olas de infección están siendo impulsadas por nuevas variantes que evaden la inmunidad adquirida tanto mediante la vacunación como mediante infecciones previas.
La buena noticia es que todavía tenemos poderosas herramientas de prevención a nuestra disposición. De hecho, existe una estrategia ampliamente infrautilizada que no requiere cambios de comportamiento ni restricciones, que se puede usar en casi cualquier lugar, y que también nos ayudaría a protegernos contra otros virus transmitidos por el aire, como el VSR y la influenza. Dicha estrategia requiere que se invierta mucho más en medidas básicas como ventilación, filtración de aire y luz germicida ultravioleta, y también requiere que se acelere la exploración de nuevos descubrimientos, como el potencial uso de los niveles de acidez de los aerosoles para inactivar ciertos virus en el aire.