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Por qué esta pandemia es diferente

TEL AVIV – Mucho antes de que personas y bienes atravesaran el globo sin escalas, las pandemias ya eran un aspecto inevitable de la civilización. Y las tragedias que provocan suelen tener un lado positivo: vistos como acontecimientos misteriosos, metahistóricos, los brotes contagiosos masivos a menudo han sacudido viejas creencias y costumbres, preanunciando grandes cambios en la marcha de los asuntos humanos. Pero es posible que la COVID‑19 no encaje en este patrón.

En muchos sentidos, la pandemia actual tiene grandes parecidos con las que la precedieron. En primer lugar, sean predecibles o no, los brotes contagiosos siempre encontraron a las autoridades con la guardia baja, y muchas veces, estas no dieron una respuesta rápida y decisiva.

Esta tendencia la retrató Albert Camus en su novela La peste, y el gobierno de China la encarnó cuando, al principio, suprimió toda información referida al nuevo coronavirus. El presidente estadounidense Donald Trump hizo lo mismo cuando minimizó la amenaza; hasta el mes pasado, todavía equiparaba la COVID‑19 a una gripe estacional, como aquel funcionario de la novela de Camus para quien la peste no era sino un tipo especial de «fiebre con complicaciones».

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