El virus que cambió al mundo

BERLÍN – La pandemia de COVID19 ha expuesto sin piedad las debilidades de las instituciones de las que depende la inmensa mayoría de la población del mundo. En esto están incluidos los gobiernos nacionales y el orden internacional. Ninguna de las dos cosas tiene grandes chances de sobrevivir en su forma actual, ni deberían.

Ya mucho antes de que analistas entendidos anunciaran la llegada del «Antropoceno» (una época geológica definida por el dominio humano de la naturaleza), en las economías industrializadas avanzadas se daba por sentado que el mundo estaba básicamente bajo nuestro control. Pero entonces vino un organismo microscópico y trajo consigo un shock global. Y pese a todo el conocimiento científico y las capacidades tecnológicas de la humanidad, la COVID‑19 está ganando, al menos por ahora.

Para colmo de ironía, los países más avanzados y poderosos del mundo se hallaron entre los menos preparados para la pandemia. Gastaron millonadas en investigación y desarrollo, y tienen las tecnologías más poderosas del mundo y los ejércitos más fuertes, pero no se tomaron en serio el riesgo de que la siguiente gran amenaza pudiera proceder de la naturaleza. Ahora sabemos que fue un error de proporciones históricas. Lo que antes parecía inverosímil sucedió: se nos posó la madre de todos los cisnes negros.

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