chatzipanagiotou1_ Danil ShamkinNurPhoto via Getty Images_refugee cyprus Danil Shamkin/NurPhoto via Getty Images

La nueva crisis del Mediterráneo oriental

NICOSIA – A principios de este mes, seis botes que transportaban migrantes sirios y libaneses zarparon del norte del Líbano e intentaron atracar en Chipre. Puede que esto no suene a mucho, pero la cantidad es seis veces mayor que el número total de embarcaciones de migrantes que partieron hacia Chipre desde el Líbano durante el año pasado. Una lancha rápida puede cubrir las 100 millas náuticas entre Trípoli y Cabo Greco, un afloramiento rocoso en el sureste de la isla, en seis horas. Y, debido a que el gobierno del Líbano está en ruinas, estas aguas tranquilas y en su mayoría sin vigilancia policial son el sueño hecho realidad de todo contrabandista.

Debido a que los botes son pequeños, sólo unas pocas docenas de personas han hecho el viaje hasta ahora. Sin embargo, los chipriotas ya han respondido de manera legalmente dudosa. En violación de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y el principio de no devolución, las autoridades chipriotas bloquean los botes en el mar y devuelven a los “migrantes económicos” al Líbano, alegando que tienen un acuerdo con el gobierno libanés.

De hecho, Chipre sencillamente no se encuentra preparado para una nueva afluencia de refugiados. Sus campos de migrantes que se asemejan a prisiones ya están superpoblados y su sistema de asilo es una maraña de burocracia bizantina y leyes enrevesadas. Hoy en día, el procesamiento de  una solicitud de asilo toma de 3 a 5 años. Y, a pesar de que el gobierno ha intentado recientemente legislar para encontrar una salida de ese caos, las preocupaciones sobre los derechos de los refugiados y el debido proceso aún persisten.

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