WASHINGTON, DC – Cualquier observador objetivo del sistema político estadounidense debe preguntarse por qué, cuando Estados Unidos enfrenta la tasa de mortalidad más alta del mundo por el COVID-19 y una economía devastada, el líder de la mayoría del Senado norteamericano, Mitch McConnell, no hará otra cosa que confirmar a los candidatos del presidente saliente Donald Trump para el sistema judicial federal. Es un comportamiento extraño.
La explicación es un lobby de intereses especiales que opera, en gran medida, fuera de la vista de la población –una criatura política que ha acosado al sistema judicial de Estados Unidos durante generaciones y que está decidida a capturar todo el control que pueda, mientras pueda.
Seamos justos, McConnell no es el único que actúa de manera extraña. En el otoño de 2016, los republicanos inventaron el “principio” conveniente de que el Senado no debía confirmar a los candidatos para la Corte Suprema en un año electoral, y bloqueó al candidato del presidente Barack Obama, el muy respetado Merrick Garland. El senador Lindsey Graham fue inequívoco sobre el precedente: “Si se produce una vacante en el último año del mandato del presidente Trump, y el proceso de las primarias ha comenzado, esperaremos hasta la próxima elección”.
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Seamos justos, McConnell no es el único que actúa de manera extraña. En el otoño de 2016, los republicanos inventaron el “principio” conveniente de que el Senado no debía confirmar a los candidatos para la Corte Suprema en un año electoral, y bloqueó al candidato del presidente Barack Obama, el muy respetado Merrick Garland. El senador Lindsey Graham fue inequívoco sobre el precedente: “Si se produce una vacante en el último año del mandato del presidente Trump, y el proceso de las primarias ha comenzado, esperaremos hasta la próxima elección”.
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