CAMBRIDGE – Los populistas aborrecen las restricciones al poder ejecutivo. Puesto que dicen representar al “pueblo” en su totalidad, consideran que todo límite a su ejercicio del poder atenta contra la voluntad popular, y sólo puede estar al servicio de los “enemigos del pueblo”: las minorías y los extranjeros (para los populistas de derecha) o las élites financieras (en el caso de los populistas de izquierda).
Es una forma peligrosa de entender la política, porque permite a una mayoría pisotear los derechos de las minorías. Sin separación de poderes, sistema judicial independiente y libertad de prensa (algo que todos los autócratas populistas, desde Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdoğan hasta Viktor Orbán y Donald Trump detestan) la democracia degenera en tiranía de quien acierte a estar en el poder.
En el populismo, las elecciones periódicas se vuelven una cortina de humo. En ausencia del Estado de Derecho y de las libertades civiles básicas, los regímenes populistas pueden prolongar su reinado manipulando medios y tribunales a su antojo.
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To prevent catastrophic climate change and accelerate the global transition to a net-zero economy, policymakers and asset owners urgently need to rethink how we channel capital at scale. The key is to develop new financial instruments that are profitable, liquid, and easily accessible to savers and investors globally.
explain what it will take to channel private capital and savings toward sustainable development.
Whatever stories Americans are told about the strength of the economy under President Joe Biden, they are not going to be persuaded to look past the issue of their own living standards. For most Americans, these have declined somewhat as price increases have outpaced wage growth.
thinks the failure of wages to keep up with inflation explains much of the public’s dour mood.
CAMBRIDGE – Los populistas aborrecen las restricciones al poder ejecutivo. Puesto que dicen representar al “pueblo” en su totalidad, consideran que todo límite a su ejercicio del poder atenta contra la voluntad popular, y sólo puede estar al servicio de los “enemigos del pueblo”: las minorías y los extranjeros (para los populistas de derecha) o las élites financieras (en el caso de los populistas de izquierda).
Es una forma peligrosa de entender la política, porque permite a una mayoría pisotear los derechos de las minorías. Sin separación de poderes, sistema judicial independiente y libertad de prensa (algo que todos los autócratas populistas, desde Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdoğan hasta Viktor Orbán y Donald Trump detestan) la democracia degenera en tiranía de quien acierte a estar en el poder.
En el populismo, las elecciones periódicas se vuelven una cortina de humo. En ausencia del Estado de Derecho y de las libertades civiles básicas, los regímenes populistas pueden prolongar su reinado manipulando medios y tribunales a su antojo.
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