

From semiconductors to electric vehicles, governments are identifying the strategic industries of the future and intervening to support them – abandoning decades of neoliberal orthodoxy in the process. Are industrial policies the key to tackling twenty-first-century economic challenges or a recipe for market distortions and lower efficiency?
ESTOCOLMO – Los líderes de Silicon Valley nos dicen que la Cuarta Revolución Industrial traerá beneficios incalculables. Dicen que esta revolución ya está en marcha y que se está acelerando, impulsada por la inteligencia artificial (IA) y otras tecnologías, y advierten que nos quedaremos tragando el polvo que dejen los que tomen la delantera si no nos ponemos al día.
Esta conmoción – que también refleja el impacto de la robótica, la biotecnología y nanotecnología, el 5G y el Internet de las Cosas (IoT) – es una revolución con propósitos generales. Sus líderes y sus impulsores prometen que ayudará a las sociedades a hacer frente al cambio climático, abordar la pobreza y la desigualdad, y frenar la dramática pérdida de la biodiversidad.
Puede que la revolución se desarrolle así. O, puede que no.
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