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La obsesión del 2% de la eurozona

BRUSELAS – Las discusiones en torno a la política económica en Europa solían estar dominadas por el número tres: el límite superior del 3% del PIB sobre los déficits fiscales. Si bien las reglas fiscales consagradas en el Tratado de Maastricht eran por cierto mucho más complejas, el debate público tendía a centrarse en la cifra del 3%, especialmente cuando los déficits se inflaron durante la crisis del euro hace casi diez años.

Hoy, en cambio, el número dos influye en los responsables de las políticas económicas, representado por la meta de inflación del 2% del Banco Central Europeo. Si bien el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea no define la estabilidad de precios, el BCE, cuya única tarea oficial es la de garantizar la estabilidad de precios en la eurozona, decidió hace unos años que significa inflación “por debajo pero cerca del 2%” en el mediano plazo.

El BCE considera que este objetivo es sacrosanto. Pero no ha podido alcanzar su meta en mucho tiempo. Esto no lo hace único: la inflación se ha mantenido obstinadamente por debajo del 2% en la mayoría de las economías avanzadas durante casi diez años. Es más, la persistencia de una inflación por debajo de la meta no parece haber tenido consecuencias económicas adversas. El empleo en la eurozona ha venido aumentando marcadamente, y el desempleo ha caído a mínimos históricos. Pero el BCE teme que esté en juego su credibilidad y considera que abandonar su meta de inflación es impensable.

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