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Hay que potenciar el PEPP

LONDRES – Cuando en marzo el Banco Central Europeo inició su nuevo programa de compra de activos contra la emergencia pandémica (PEPP), por un monto de 750 000 millones de euros (818 000 millones de dólares), fue recibido como el instrumento definitivo capaz de dar un bienvenido alivio a los mercados de bonos en países de la «periferia» de la eurozona como Italia, España, Portugal y Grecia. Pero el BCE tiene que reforzar el programa para que sea realmente eficaz.

El PEPP no es como las compras indiscriminadas de activos que usa el BCE habitualmente para proveer estímulo monetario en forma general. En el segundo caso, las operaciones se basan en la proporción que cada país tiene del capital del BCE (la «clave de capital»), mientras que el PEPP apela a la compra selectiva de títulos de los países con más dificultades, para corregir problemas en el funcionamiento del mercado.

El nuevo programa (que los inversores esperan que se amplíe) consiguió poner límite a los diferenciales de tipos de interés (spreads) entre los estados miembros del núcleo de la eurozona y los periféricos. Pero los diferenciales todavía son altos, y los inversores están intranquilos, sobre todo porque es probable que la crisis de la COVID‑19 aumente la deuda pública de Italia al 150 o 160% del PIB por tiempo indefinido. Ese shock no admite una respuesta fácil.

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