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Se deben corregir los errores energéticos de Europa

BRUSELAS – Los europeos por fin tienen un momento de respiro con respecto a pagar precios altísimos por el gas. Gracias a la disminución de la demanda por parte de los hogares y del sector industrial (baja impulsada por los esfuerzos de ahorro de energía y un invierno más suave de lo habitual) acoplada con el incremento de fuentes alternativas (como la eólica y la nuclear), los precios del gas han caído a niveles que no se vieron desde antes de que Rusia invadiera Ucrania el pasado mes de febrero. Pero los precios podrían volver a subir, y los gobiernos deberían permitir que esto ocurra.

En toda la Unión Europea, la generación de electricidad y el gas están indisolublemente unidos. El gas es el combustible más flexible para las centrales térmicas, lo que lo hace indispensable en las horas pico. Pero no es particularmente eficiente. De hecho, el gas necesita al menos dos megavatios hora de contenido calorífico para producir un megavatio (MWh) de electricidad.

El año pasado, cuando casi la mitad de los reactores nucleares de Francia fueron desconectados, se perdieron más de 50 teravatios hora (TWh) de energía nuclear. Para compensar el déficit, habría sido necesario importar una cantidad de gas natural adicional equivalente al valor de 100 TWh. Ya que los precios de gas estaban en promedio en más de 100 euros (106 dólares) por MWh (esto debido en parte a la pérdida de energía nuclear), el costo implícito fue de más de 10 mil millones de euros. Una de las razones clave para el reciente descenso de los precios del gas es que se han reiniciado algunos reactores nucleares franceses.

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