leonard82_YASUYOSHI CHIBAAFP via Getty Images_ukraine long war YASUYOSHI CHIBA/AFP via Getty Images

Hay que prepararse para una guerra larga

BERLÍN – Un fantasma nuclear recorre Europa, otra vez. La semana pasada, el presidente ruso Vladímir Putin ordenó la movilización de unos 300 000 reservistas y anunció que usará «todos los medios disponibles» para defender a Rusia, a lo que añadió: «no es una fanfarronada». Una veterana figura de la política europea me hizo notar que este coqueteo con el abismo nuclear es una invitación a desempolvar viejos volúmenes sobre la Guerra Fría, como On Thermonuclear War de Herman Kahn.

Es verdad que en medio de la euforia que siguió a las últimas victorias ucranianas en el campo de batalla, algunos comentaristas muestran un cauto optimismo respecto de que Ucrania pueda ganar la guerra en la primera mitad del año entrante. Pero las últimas acciones de Putin hacen pensar que Rusia se está preparando para una larga guerra de desgaste. Además de subir el tono de sus amenazas, Putin también redujo dos importantes asimetrías que habían caracterizado al conflicto hasta ahora. La primera es la divergencia entre la «operación especial» de Rusia y la respuesta unida de toda la sociedad ucraniana. Puede que desplegar 300 000 soldados más no baste para conquistar Kiev o para ocupar Ucrania, pero mantendrá a Rusia en juego.

La otra asimetría es en el nivel del apoyo internacional. Ucrania habría desaparecido del mapa hace muchos meses si no hubiera recibido miles de millones de dólares en equipamiento militar, apoyo de inteligencia y ayuda económica de Europa y Estados Unidos. A Rusia, en cambio, le costó mucho conseguir algún apoyo externo significativo. Pero en la reciente Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái en Samarcanda, Putin tuvo ocasión de ponerse al día con otros asistentes, como los presidentes de China, Xi Jinping, de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, y de Irán, Ebrahim Raisi.

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