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El lavado de imagen de los vehículos eléctricos de la UE

MÚNICH – La industria automotriz de Alemania es su sector industrial más importante. Pero está en crisis, y no solo porque está sufriendo los efectos de una recesión causada por los propios engaños de Volkswagen sobre sus estándares de emisiones, lo que alejó a sus consumidores. El sector además enfrenta la amenaza existencial de unos requisitos de emisiones de la Unión Europea cada vez más estrictos, que solo aparentemente se basan en políticas de protección ambiental.

La UE claramente se excedió con la normativa sobre dióxido de carbono que entró en vigencia el 17 de abril de 2019. A partir de 2030, los fabricantes europeos de automóviles deberán haber alcanzado un promedio de emisiones por vehículo de apenas 59 gramos de CO2 por kilómetro, lo que corresponde a un consumo de combustible de 2,2 litros de equivalente de diésel por 100 kilómetros (107 millas por galón). Es una meta sencillamente imposible de lograr.

Ya en 2006, el promedio de emisiones de los nuevos vehículos de pasajeros registrados en la UE era de cerca de 161 g/km. A medida que los coches se fueron haciendo más pequeños y ligeros, la cifra cayó a 118 g/km en 2016. Pero este promedio volvió a elevarse debido a un aumento de la proporción de mercado de los motores a gasolina, que emiten más CO2 que los motores diésel. Para 2018, el promedio de emisiones de coches nuevos registrados había subido levemente por encima de los 120 g/km, el doble de lo que se permitirá en el largo plazo.

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