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¿Se puede detener el estancamiento sincronizado?

ITHACA – La desaceleración económica mundial se está convirtiendo en un estancamiento sincronizado, en el que algunas economías importantes crecen solamente de manera débil y otras apenas mínimamente, o incluso se contraen ligeramente. Al menos por ahora, los temores de una inminente recesión mundial parecen prematuros. Sin embargo, los responsables de la formulación de políticas tienen poco apetito por realizar reformas fundamentales y espacio limitado para un estímulo macroeconómico eficaz; y, consiguientemente, aparentan estar perdidos respecto a encontrar formas para reactivar el crecimiento.

Las raíces de la desaceleración no son difíciles de discernir. Las persistentes tensiones comerciales, la inestabilidad política, los riesgos geopolíticos y las preocupaciones sobre la eficacia limitada del estímulo monetario continúan erosionando el sentimiento de las empresas y los consumidores, frenando así el crecimiento de la inversión y la productividad. Los flujos de comercio internacional también se han visto directamente afectados. La Organización Mundial del Comercio recortó recientemente su pronóstico relativo al crecimiento del comercio mundial en 2019 del 2,6% a sólo el 1,2%. Además, el Baltic Dry Index, una medida comercial ampliamente reconocida que se basa en las tasas de envío de productos secos a granel, casi se duplicó en los primeros ocho meses de este año, pero desde entonces ha caído un 30%, borrando las esperanzas de un repunte comercial.

Mientras tanto, la incertidumbre global ha mantenido al dólar estadounidense fuerte en relación con la mayoría de las otras monedas principales. Aunque la apreciación del dólar ha quitado algo de presión a las economías no estadounidenses que dependen de las exportaciones o el capital extranjero, ha aumentado el riesgo de una guerra abierta de divisas.   

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