solana115_Antonio MasielloGetty Images_doctors covid-19 Antonio Masiello/Getty Images

Nuestra hora más gloriosa

MADRID – Como algunos lectores ya sabrán, actualmente me hallo ingresado en un hospital madrileño, tras haber dado positivo en COVID-19. Mi recuperación está siendo lenta, pero las perspectivas son alentadoras. Aunque encontrarme físicamente aislado de los míos no resulta agradable, el consuelo es que en pleno siglo XXI no faltan recursos para permanecer socialmente conectados. Además, siempre nos quedará deleitarnos con los pasatiempos culturales de toda la vida, como escuchar música, leer y, sí, también escribir.

Durante largas horas, he recurrido a un ilustre acompañante para sobrellevar el confinamiento: Sir Winston Churchill. La figura del primer ministro británico siempre me ha fascinado, y estos días he podido descubrir nuevos detalles sobre su vida gracias a una extraordinaria biografía escrita por el historiador británico Andrew Roberts. El afán de resistencia del que hizo gala Churchill durante la Segunda Guerra Mundial supone una fuente inagotable de inspiración, particularmente valiosa para los tiempos que corren. Su carácter y su historial —sin duda complejos— nos recuerdan que el heroísmo no está reñido con las imperfecciones, que la clarividencia no está reñida con las contradicciones, y que el coraje no está reñido con las indecisiones. Personajes como el de Churchill merecen ser reivindicados, sin que ello implique mitificarlos.

En la guerra personal que muchos estamos librando ya contra el coronavirus, y por la que desgraciadamente muchos otros habrán de pasar, es seguro que nos tocará poner la sangre, el esfuerzo, las lágrimas y el sudor que en su día prometió Churchill. Pero también deberemos tratar de emular su entereza de ánimo. El virus tal vez consiga entumecer nuestros sentidos del olfato y del gusto, pero no tiene por qué poder con nuestro sentido del humor.

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