kuttab49_Nir KeidarAnadolu Agency via Getty Images_israelpalestineprotest Nir Keidar/Anadolu Agency via Getty Images

El unilateralismo trumpiano de Israel

AMMAN – Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la comunidad internacional ha adoptado un simple pero poderoso principio: Ningún país, por poderoso que sea, puede quitarle tierras a sus vecinos por la fuerza. Cuando Argentina invadió las Islas Malvinas en el año 1982, el mundo expresó pocas objeciones a la intervención militar del Reino Unido para retomar su territorio. Cuando Irak ocupó Kuwait en el año 1990, las Naciones Unidas autorizaron acciones militares para expulsar a los iraquís. Y, cuando Rusia anexionó a Crimea en el año 2014, la ONU impuso fuertes sanciones que permanecen vigentes en la actualidad.

Durante 53 años, los palestinos han depositado sus esperanzas en este principio. En el 1967, dicho principio fue codificado en el preámbulo de la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, misma que estableció una hoja de ruta para la paz entre Israel y Palestina, y además afirmó “la inadmisibilidad de la adquisición de territorio a través de la guerra”. Si bien vivir bajo ocupación siempre ha sido inaceptable para los palestinos, esta forma de vida se hizo tolerable gracias a la esperanza de que el derecho iba a prevalecer sobre el poder, y la “inadmisible” ocupación por parte de Israel finalmente llegaría a su fin.

Además, a diferencia de los habitantes de las Islas Malvinas, o de los kuwaitíes o los ucranianos, los palestinos han mostrado flexibilidad con respecto a tratar de negociar un acuerdo aceptable con Israel. Sin embargo, en lugar de ser recompensados por dicha buena fe, las ofertas palestinas de intercambios de tierras (iguales en cuanto a tamaño y calidad) han sido tergiversadas por los encargados de la formulación de políticas en Israel, con el propósito de legitimar el robo del territorio palestino que fue ocupado por Israel.

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