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¿Por qué querría alguien ser presidente?

Washington DC – Más a menudo de lo que se cree, hay muchos motivos para preguntarse por qué alguien querría ser presidente de Estados Unidos. Es cierto, implica la gloria de ser electo para ocupar el puesto más poderoso del país, escuchar el «Saludo al Jefe» (la canción Hail to the Chief), recibir saludos militares y ser llamado «Sr. Presidente»; puedes ocupar la cabecera en los elegantes banquetes del estatales y nunca tienes que esperar un turno para jugar al golf. De todas formas, una y otra vez vemos encanecer los cabellos presidenciales (los de Joe Biden, por supuesto, ya lo han hecho, pero la presión por el cargo se manifestará de algún modo).

El origen de ese estrés es claro: hasta los mejores planes salen mal y detrás de cada esquina se esconden sorpresas desagradables. Al principio el gobierno de Biden parecía ser un modelo de eficiencia, especialmente comparado con el desastre que fue la presidencia de Donald Trump. Incluso con una transición trunca —uno de los resultados de la ridícula y ruinosa insistencia de Trump en que había ganado las elecciones— Biden y sus principales funcionarios parecían estar bien preparados para gobernar. La fuertemente custodiada ceremonia de toma de posesión —en medio de las tensiones que persistían después del ataque del 6 de enero al Capitolio— transcurrió sin problemas. Tan solo unas horas más tarde, firmó 17 decretos ejecutivos y dictó órdenes para revertir políticas distintivas de Trump (por ejemplo, detener la construcción del muro en la frontera).

La prioridad legislativa y ejecutiva de Biden era poner bajo control la desbocada pandemia de la COVID-19. La mala gestión de Trump de la crisis sanitaria, según algunos expertos, causó la muerte innecesaria de cientos de miles de estadounidenses.

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