solana114_FADEL SENNAAFP via Getty Images_libyaprotestflag Fadel Senna/AFP via Getty Images

Una asignatura pendiente en Libia

MADRID – Un Estado fallido. En eso se ha convertido Libia a lo largo de la última década, pasando de protagonizar una de las llamadas “Primaveras Árabes” a sumirse en el invierno más severo. La caída del régimen autoritario de Muamar el Gadafi en 2011 no terminó de traer las mejoras en las condiciones sociales que algunos esperaban, sino que puso a los libios a merced del desgobierno y la miseria. Sin que el mundo haya reparado demasiado en ello, la guerra civil que lleva años hostigando a Libia corre el peligro de hacerse crónica.

La comunidad internacional no puede rehuir sus responsabilidades ante esta trágica deriva. Que Libia sea hoy un Estado fallido se debe, en gran medida, a que ciertos actores externos han adoptado una retahíla de políticas fallidas en relación con dicho país. Los efectos de estas políticas han sido tan tóxicos que se han hecho notar incluso en otros focos de conflicto a nivel global.

Para comprender la magnitud del desaguisado, hay que remontarse a principios de 2011. Fue entonces, en plena escalada de violencia entre Gadafi y los rebeldes, cuando el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas adoptó su histórica Resolución 1973: la primera en autorizar una intervención humanitaria “con todos los medios necesarios” en contra de la voluntad expresa del Estado intervenido. La resolución pudo aprobarse gracias a que los dos miembros permanentes que albergaban mayores reticencias —China y Rusia— decidieron abstenerse.

https://prosyn.org/KKRsduOes