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¿Quién le tiene miedo a la baja inflación?

BRUSELAS – Hace un año, el Banco Central Europeo aprovechó un alza temporal de los precios para declarar victoria en su lucha por llevar la inflación de la eurozona a su objetivo de “una cifra inferior pero cercana al 2%”. Sin embargo, el triunfo no perduró mucho. La inflación general ha vuelto a descender, y la inflación de base, que no considera los volátiles precios de la energía, vuelve a rondar el 1%. Pero esto no debería preocupar demasiado al BCE.

Las proyecciones del BCE todavía prevén que la inflación de la eurozona se acerque al 2% para 2021-2022. Sin embargo, tras haber pronosticado un alza en la inflación para estos últimos meses, estas proyecciones tienen poca credibilidad. Esto se refleja en las expectativas de los mercados financieros de inflación en la eurozona, medidas en las llamadas tasas swap de inflación, que están atascadas por debajo del 1% incluso a cinco años a futuro. Además, los mercados predicen que en una década a contar de hoy la inflación del área del euro seguirá por debajo del 1,5%.

Esto pone al BCE en un dilema. La economía de la eurozona se está debilitando, lo que podría reducir aún más las presiones inflacionarias. Pero el BCE no se atreve a reiniciar su programa de compra de bonos soberanos para dar un estímulo económico adicional, porque los bancos centrales de la eurozona ya poseen grandes cantidades de bonos de sus propios gobiernos. Obligarlos a comprar todavía más los pondría en una posición muy difícil si cualquiera de estos gobiernos sufriera episodios de estrés financiero. Esa es la razón de que el BCE se haya limitado hasta ahora a anunciar que seguirá dando financiación a los bancos comerciales a tres años y plazos más prolongados a tasas excepcionalmente bajas.

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