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Un nuevo modelo para la salud africana

LONDRES/ADDIS ABABA – Para mucha gente, la aplicación de vacunas contra el COVID-19 en menos de un año marcó el comienzo del fin de la fase aguda de la pandemia. Pero no para África. Dieciocho meses después de que se aprobaran las primeras vacunas, apenas el 16% de la población del continente está completamente vacunado, debido en gran medida a una falta de apoyo internacional consistente en la adquisición y distribución de vacunas.

Al mismo tiempo, las instituciones regionales africanas han sido líderes mundiales a la hora de responder a desafíos relacionados con la pandemia a nivel local. Por ejemplo, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de África (CDC) han jugado un papel esencial en la coordinación de una estrategia pandémica continental. La Alianza Panafricana para Acelerar los Testeos de COVID-19 ha aumentado sustancialmente la capacidad de testeos en 43 países, ofreciendo más de 90 millones de kits de testeo. Y la Unión Africana ha formado una alianza con los CDC de África, la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África (CEPA) y el Banco Africano de Exportación e Importación para crear una plataforma digital destinada a la adquisición integral de suministros médicos.

Pero quizás el ejemplo más poderoso de la estrategia de “bien común” para la pandemia sea la alianza del gobierno sudafricano con los CDC de África, la Organización Mundial de la Salud y otros actores para expandir la capacidad de los países de bajos y medianos ingresos de producir sus propias vacunas ARNm. En un momento en que algunos gigantes farmacéuticos en los países ricos acaparan la tecnología, esos esfuerzos atienden una carencia crítica.

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