MANILA/BANGKOK – Ya muy entrado el segundo año de la pandemia de COVID‑19, la reapertura segura de las escuelas se ha vuelto una prioridad urgente. Asistir a la escuela es crucial para las perspectivas educativas y de vida de los alumnos. El costo a largo plazo (individual y social) de mantener las escuelas cerradas es excesivo y no admite justificación en forma permanente.
Los datos reunidos desde el inicio de la pandemia muestran que la COVID‑19 no es muy peligrosa para los niños, y que las escuelas no son factores de transmisión dentro de la comunidad circundante. También hemos acumulado mucho conocimiento sobre cómo reducir los riesgos para alumnos, docentes y familias. Debemos usarlo para acelerar la reapertura segura de las escuelas y así proteger el futuro de los niños.
Los cierres de escuelas prolongados tienen un impacto considerable no sólo en el aprendizaje y en las perspectivas de ingreso futuro de los alumnos, sino también en su salud física y mental. Aunque la educación virtual puede dar cierta continuidad al aprendizaje en algunos casos, no es sustituto de la asistencia en persona. Además, sigue habiendo enormes desigualdades en el acceso a la educación virtual, que perjudican sobre todo a los niños más desfavorecidos (entre ellos discapacitados, migrantes y miembros de minorías excluidas).
MANILA/BANGKOK – Ya muy entrado el segundo año de la pandemia de COVID‑19, la reapertura segura de las escuelas se ha vuelto una prioridad urgente. Asistir a la escuela es crucial para las perspectivas educativas y de vida de los alumnos. El costo a largo plazo (individual y social) de mantener las escuelas cerradas es excesivo y no admite justificación en forma permanente.
Los datos reunidos desde el inicio de la pandemia muestran que la COVID‑19 no es muy peligrosa para los niños, y que las escuelas no son factores de transmisión dentro de la comunidad circundante. También hemos acumulado mucho conocimiento sobre cómo reducir los riesgos para alumnos, docentes y familias. Debemos usarlo para acelerar la reapertura segura de las escuelas y así proteger el futuro de los niños.
Los cierres de escuelas prolongados tienen un impacto considerable no sólo en el aprendizaje y en las perspectivas de ingreso futuro de los alumnos, sino también en su salud física y mental. Aunque la educación virtual puede dar cierta continuidad al aprendizaje en algunos casos, no es sustituto de la asistencia en persona. Además, sigue habiendo enormes desigualdades en el acceso a la educación virtual, que perjudican sobre todo a los niños más desfavorecidos (entre ellos discapacitados, migrantes y miembros de minorías excluidas).