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La revolución digital se come a sus retoños

CAMBRIDGE – A medida que las plataformas masivas en línea han dado lugar a numerosos mercados virtuales, se ha abierto una brecha entre la economía real y la digital. Y, al conducir a más personas que nunca a que operen en Internet en busca de bienes, servicios y empleo, la pandemia del coronavirus está agrandando esta brecha. Al presente, el riesgo es que un nuevo complejo industrial digital obstaculice la eficiencia del mercado al imponer rentas a los actores de la economía real cuyas operaciones diarias dependen de la tecnología.

La premisa de la Cuarta Revolución Industrial (4RI) es que los elementos tangibles e intangibles de la economía actual pueden coexistir y crear nuevas sinergias productivas. El lado tangible de la economía proporciona la infraestructura sobre la que sostienen la automatización, la fabricación y las complejas redes comerciales, y el lado intangible (en el cual se encuentran la logística, las comunicaciones y otras aplicaciones de software, así como Big Data) permite que estos procesos alcancen una eficiencia óptima.

Más concretamente, la economía tangible es un requisito previo para la economía intangible. A través de la digitalización, los tangibles pueden convertirse en intangibles y luego superar las limitaciones tradicionales en cuanto a la escala y la creación de valor. Si bien este proceso es muy transaccional y requiere una gran cantidad de capital, hasta ahora ha sido un mecanismo positivo para el crecimiento, ya que ha proporcionado cierta equidad de oportunidades tanto para los países pequeños como para los grandes.

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