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La economía post-inflación que podría ser

CHICAGO – Los comentarios económicos hoy en día son normalmente sobre inflación o recesión, así que consideremos, para cambiar, las perspectivas de crecimiento una vez que los bancos centrales tengan esos desafíos bajo control.

Tal como están las cosas, parece haber vientos en contra preocupantes para el crecimiento. A medida que las poblaciones de la mayoría de las economías avanzadas envejecen, el crecimiento de su fuerza laboral se desacelera, de manera que será necesario que haya una mayor productividad por trabajador para compensar. Pero en una situación en la que la inversión en capital físico se apagó, es poco probable que la productividad laboral crezca rápidamente sin una innovación significativa, ya sea en procesos laborales o productos. Si bien en un principio parecía que un mayor volumen de teletrabajo durante la pandemia mejoraría la productividad (al ahorrar tiempo y evitar la duplicación de capital en casa y en la oficina), muchas empresas están redescubriendo el valor de tener a sus trabajadores en la oficina al menos parte del tiempo.

Otro viento de frente proviene de los países más pobres, donde los hogares de clase media baja han sufrido muchísimo durante la pandemia y, ahora, por la inflación de los precios de los alimentos y del combustible. Muchos niños han perdido más de dos años de clases y probablemente abandonen la escuela, afectando de manera permanente su potencial de ingresos y, en términos más amplios, la base de capacidades de la fuerza laboral. Mientras tanto, existe la amenaza de que la desglobalización –a través de la repatriación (reshoring), la deslocalización cercana (near-shoring) y en países amigos (friend-shoring)- haga que les resulte más difícil conseguir buenos empleos. En el más largo plazo, la debilidad de la demanda en estos países se propagará al mundo desarrollado.

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