Isabel Ortiz, Director of the Global Social Justice Program at the Initiative for Policy Dialogue at Columbia University, is a former director of the International Labor Organization and UNICEF, and a former senior official at the United Nations and the Asian Development Bank.
NUEVA YORK – La crisis económica global está exacerbando una crisis humana pre-existente. Antes de 2008, ya existían desigualdades generalizadas: estilos de vida fastuosos para algunos, mientras que la mitad de los niños del mundo vivían con menos de 2 dólares por día y eran víctimas de la desnutrición y de un acceso limitado a la salud, la educación, el agua potable y una vivienda adecuada. Conforme la crisis se fue desarrollando, millones de personas experimentaron un deterioro en sus condiciones de vida.
Hoy, mientras que la atención global se centra en los males de Europa, la crisis económica sigue infligiendo consecuencias sociales devastadoras en todo el mundo. En un nuevo libro de la División de Políticas y Prácticas de UNICEF, A Recovery for All: Rethinking Socioeconomic Policies for Children and Poor Households, un análisis de los últimos datos internacionales revela que alimentos inasequibles, un desempleo dominante y un apoyo social cada vez más limitado amenazan a gran parte de la población del mundo.
Para empezar, después de dos importantes alzas de los precios de los alimentos internacionales en 2007 y 2008, la gente en casi 60 países en desarrollo paga 80% más, en promedio, por comestibles locales en 2012 que lo que pagaba antes de la crisis. En consecuencia, la seguridad alimenticia de las familias pobres está amenazada, ya que éstas se ven obligadas a reducir la calidad o la cantidad de sus alimentos.
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