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Los mártires republicanos

NUEVA YORK – Uno podría preguntarse qué hacía un adolescente regordete deambulando por las calles de una ciudad del Medio Oeste estadounidense con un rifle de asalto semiautomático, autoproclamándose defensor de la propiedad y los ciudadanos. Sin embargo, esa no es por esa razón por la que se juzgó en noviembre a Kyle Rittenhouse, quien ahora ya tiene 18 años de edad. Se lo juzgó porque mató a dos hombres e hirió a un tercero, y posteriormente afirmó que hizo todo ello en defensa propia. 

En Wisconsin, Estado donde ocurrieron los tiroteos, ña ley estatal establece una vara de comparación con un nivel bajo para casos de autodefensa. Portar un arma es legal, y también lo es disparar a alguien para evitar “lo que la persona cree razonablemente que es una interferencia ilegal con su persona por parte de esa otra persona”. Debido a que un hombre apuntó con un arma a Rittenhouse y los otros lo estaban persiguiendo, el jurado consideró que su temor a ser “interferido” era razonable.

Este no fue un veredicto absurdo. Sería fácil imaginar que si un hombre negro hubiese disparado a tres personas blancas (todos las personas a las que Rittenhouse disparó eran de raza blanca) no se hubiera podido zafar tan fácilmente de la situación. Pero, lo antedicho es pura especulación y no hay razón para dudar de la buena fe del jurado.

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