woods37_Cyrille BahAnadolu Agency via Getty Images_covid ivory coast Cyrille Bah/Anadolu Agency via Getty Images

Los brotes verdes de la solidaridad por el COVID

OXFORD – En una carta reciente a sus colegas del G20, la Secretaria del Tesoro de EE.UU.  Janet Yellen señaló que un programa de vacunación contra el COVID-19 verdaderamente global “es el estímulo más potente que podemos dar a la economía global”. El mundo parece muy alejado de esa meta, con los países ricos vacunando a sus habitantes mientras los países de bajos ingresos todavía están por recibir incluso las dosis de vacunas ya pagadas. Sin embargo, los primeros brotes de solidaridad están comenzando a aparecer, y los líderes deben fortalecer la cooperación para nutrirlos.

Un enfoque así es esencial, porque para reabrir la economía global es necesario contener el virus en todas partes. Un estudio reciente estima que, incluso si las economías avanzadas alcanzaran niveles óptimos de vacunación para mediados de 2021, igualmente sufrirían pérdidas económicas de hasta $4,5 billones este año si los programas de vacunación de los países en desarrollo siguen estando a la zaga. Las que arriesgarían más serían las economías abiertas como los estados miembros de la Unión Europea, Suiza, el Reino Unido y los Estados Unidos, y las pérdidas en sectores como la construcción, la industria textil, el comercio minorista y los automóviles podrían superar el 5%.

La distribución de vacunas sin coordinación plantea además graves riesgos de salud. Dejar a los países más pobres y necesitados fuera de la cadena de suministro ha causado las muertes de numerosos trabajadores sanitarios y personal de enfermería de primera línea, que se necesitan desesperadamente. Cuando Guinea declaró un brote de Ébola en febrero, el mundo confió en los trabajadores sanitarios del propio país para desplegar una campaña de contención y vacunación. Sin esos trabajadores, el mundo es más vulnerable a futuras pandemias: por ejemplo, en 2014 un solo caso de Ébola en EE.UU. causó pánico nacional cuando se propagó al personal sanitario que trataba al paciente.

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