benami197_ SAMEER AL-DOUMYAFP via Getty Images_ukraine soldiers SAMEER AL-DOUMY/AFP via Getty Images

Ucrania y la paz por agotamiento

TEL AVIV – Aunque invariablemente las guerras terminan, los desacuerdos subyacentes suelen perdurar. Se llega a una paz tenue, interrumpida por espasmos de violencia. La forma en que terminan las guerras —por una victoria rotunda, agotamiento o mutua disuasión— puede implicar una diferencia: es menos probable que el agotamiento evite estallidos futuros que, digamos, la derrota absoluta de una de las partes... pero no hay garantías. De todas formas, no significa que no valga la pena buscar ciertos tipos de paz.

No escasean los ejemplos de enemigos —vienen a la mente Corea del Norte y del Sur, Etiopía y Eritrea, y Serbia y Kosovo— que actualmente mantienen el equilibrio con una paz frágil. Japón y Rusia aún no han formalizado el fin de las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial debido a su duradera disputa por las islas Curiles. Y a pesar de la tregua que firmaron en 1994, Armenia y Azerbaiyán no lograron un acuerdo de paz permanente en el Alto Karabaj (hubo nuevos encontronazos incluso el año pasado).

Aunque soportar la tensión y la violencia intermitente no es, obviamente, un resultado ideal, las guerras brutales, sangrientas y a menudo prolongadas que precedieron a esos períodos de paz frágil fueron peores. De hecho, quienes se resisten a la paz imperfecta —en favor de la «paz justa» que, es de suponer, se lograría con la derrota absoluta de sus oponentes— a menudo terminan en peor situación Esto es lo que les pasó a los palestinos... y Ucrania parece decidida a correr la misma suerte.

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