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¿Quién debe liderar la lucha por la justicia global?

NEW HAVEN – Hace poco, en una cena privada en el Foro Económico Mundial que se celebró para hablar del cambio climático, la primatóloga Jane Goodall abrió la sesión con el saludo universal de los chimpancés de Gombe (tema de investigación al que le dedicó la vida). Con unos pocos, simples sonidos, Goodall resaltó la naturaleza abarcadora de la crisis climática. La amenaza del cambio climático afecta a todos los seres vivos del planeta, aunque algunos todavía no sean conscientes de ello.

Como señaló Goodall en su discurso, las personas están en el centro del cambio climático: fue causado por personas, afecta a personas y la solución está en manos de personas. Lo mismo vale para muchos otros desafíos globales, desde la pobreza extrema hasta la crisis de los refugiados. El problema es que las personas con más poder para dar solución a los problemas globales no sólo suelen ser las mismas que contribuyeron a su creación, sino también las que menos sufren sus perjuicios.

Un ejemplo es la violencia en la región occidental de Darfur en Sudán. Cuando yo tenía apenas un año de edad, mi familia tuvo que huir del país, para hallar refugio primero en Yemen, y después en Estados Unidos gracias a la lotería de visas. En el transcurso de una década, el conflicto se había convertido en genocidio. Hubo cientos de miles de personas asesinadas, millones de desplazadas y varios millones más que sufrieron una infinidad de padecimientos.

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