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La extralimitación imperial de Trump en materia de comercio

LOS ÁNGELES – Dos episodios recientes ponen en foco la estrategia comercial de Estados Unidos frente a China. El primero, que afecta las negociaciones comerciales bilaterales, no es ninguna sorpresa: el presidente norteamericano, Donald Trump, ha abandonado sus bravatas sobre las vagas promesas que China ha hecho antes –implementar derechos de propiedad, distender las restricciones a la inversión extranjera y dejar de presionar a las compañías extranjeras para que compartan su tecnología-. El segundo episodio, que preocupa a los aliados de Estados Unidos, es más revelador –y engañoso.

En los últimos meses, la administración Trump ha dado a conocer sus objetivos de negociación para un posible acuerdo comercial con el Reino Unido después del Brexit, así como futuras conversaciones con la Unión Europea. Gran parte de estos objetivos no son particularmente sorprendentes: buscan maximizar el acceso a los mercados del Reino Unido y de la UE, protegiendo a la vez a sectores norteamericanos sensibles. Pero sí incluyen una cláusula sumamente inusual.

En su documento sobre la UE, Estados Unidos manifiesta su intención de garantizar “un mecanismo para asegurar la transparencia y tomar medidas apropiadas si la UE negocia un acuerdo de libre comercio con un país no perteneciente al mercado”. El “país no perteneciente al mercado” sin duda es China. Si la UE acepta esta exigencia, debería informar a Estados Unidos –que tendría el derecho a intervenir- aún si está negociando un acuerdo comercial ni más ni menos que con la segunda economía más grande del mundo.

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