benami160_Spencer PlattGetty Images_palestinepresidentpeacedeal Spencer Platt/Getty Images

El cambio de paradigma sobre Palestina

TEL AVIV – A nadie debería sorprenderle que la propuesta de paz para Oriente Medio del presidente norteamericano, Donald Trump, esté marcadamente inclinada a favor de los israelíes. Lo que sí sorprende es que, en lugar de rechazar la propuesta de Trump, el mundo haya dejado a los palestinos esencialmente librados a su suerte.

Al mismo tiempo que desoye los anhelos nacionales de los palestinos con la promesa paternalista de “mejorar sus vidas”, el plan de paz de Trump abraza el relato nacional israelí de que sólo Israel tiene reclamos históricos válidos sobre Judea y Samaria, la tierra bíblica de los judíos. De manera que, si bien les daría a los palestinos su propio estado, sería un territorio fragmentado que cubriría Gaza y el 70% de una Cisjordania salpicada de asentamientos israelíes y rodeada en todos los flancos por territorio anexado israelí. Su capital estaría ubicada en un suburbio de Jerusalén Este, que seguiría siendo la capital indivisa de Israel.

El plan ignora las demandas palestinas del derecho a regresar a hogares abandonados cuando se estableció Israel en 1948 –un derecho que fue reconocido en su momento por la Resolución 194 de la Asamblea General de las Naciones Unidas-. Es más, en línea con las ambiciones etnocráticas de extrema derecha de Israel, la frontera se trazaría de manera tal que despojaría a 300.000 árabes israelíes de su ciudadanía, convirtiéndolos en ciudadanos del estado palestino.

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