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Los diez días que sacudieron al Reino Unido

CAMBRIDGE – Estos últimos diez días han sido un balde de agua fría para el Reino Unido: su economía, su sistema financiero y el bienestar de la ciudadanía están de pronto en riesgo. Pero con una respuesta rápida y coordinada, las autoridades todavía pueden remediar la situación.

El viernes pasado, la agencia Standard & Poor’s colocó la calificación crediticia AA del RU en su «lista de vigilancia con implicaciones negativas» (lo que en la práctica es una amenaza de degradación), porque se teme que el paquete de rebaja impositiva no financiada propuesto por el nuevo gobierno (el «minipresupuesto») aumente la carga de deuda del país. La degradación se volverá más probable si «el crecimiento económico resulta más débil como resultado de un ulterior deterioro del entorno económico o si el costo de endeudamiento del gobierno aumenta más de lo esperado, impulsado por las fuerzas del mercado y por el ajuste de la política monetaria».

La medida de S&P no tendrá un efecto material sobre el acceso del RU a crédito, pero para el gobierno de la primera ministra Liz Truss supone otro hecho embarazoso (junto con una volatilidad extraordinaria del costo de endeudamiento y una reprimenda del Fondo Monetario Internacional). Debilita aún más tres pilares del bienestar del RU: la credibilidad de sus políticas, el desempeño económico y la solidez de los mercados financieros.

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