LIUBLIANA – Mientras las fuerzas ucranianas recuperan territorio y obligan a los desmoralizados ocupantes rusos a huir en retirada, el presidente ruso Vladímir Putin ha escalado su amenaza de usar armas nucleares. Diversos políticos enviaron severas advertencias al Kremlin, y algunos comentaristas compararon el momento actual con la crisis de los misiles cubanos de 1962 y otros episodios de alta tensión que hubieran podido terminar en un apocalipsis nuclear. Pero parece que unos quince mil ucranianos han respondido a la perspectiva de la aniquilación en forma menos abstracta: apuntándose a una fiesta sexual masiva.
A quienes participen en la «orgía de Shchekavitsia: oficial», a las afueras de Kiev, se les pedirá que «se hagan marcas en las manos para expresar sus preferencias sexuales. Las personas interesadas en tener sexo anal deben pintarse tres marcas; quienes estén interesados en el sexo oral, cuatro marcas». Grupos similares han aparecido en otras partes, incluso uno que anuncia una orgía en la calle Deribasivska en Odesa.
¿Por qué, tras ocho meses de bombardeos rusos y combates brutales, podría alguien tener interés en un evento semejante? Según una participante entusiasta: «Es lo opuesto a la desesperación. La gente buscará algo bueno incluso en el peor escenario. Ese es el megaoptimismo de los ucranianos».
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Rather than seeing themselves as the arbiters of divine precepts, Supreme Court justices after World War II generally understood that constitutional jurisprudence must respond to the realities of the day. Yet today's conservatives have seized on the legacy of one of the few justices who did not.
considers the complicated legacy of a progressive jurist whom conservatives now champion.
In October 2022, Chileans elected a far-left constitutional convention which produced a text so bizarrely radical that nearly two-thirds of voters rejected it. Now Chileans have elected a new Constitutional Council and put a far-right party in the driver’s seat.
blames Chilean President Gabriel Boric's coalition for the rapid rise of far right populist José Antonio Kast.
LIUBLIANA – Mientras las fuerzas ucranianas recuperan territorio y obligan a los desmoralizados ocupantes rusos a huir en retirada, el presidente ruso Vladímir Putin ha escalado su amenaza de usar armas nucleares. Diversos políticos enviaron severas advertencias al Kremlin, y algunos comentaristas compararon el momento actual con la crisis de los misiles cubanos de 1962 y otros episodios de alta tensión que hubieran podido terminar en un apocalipsis nuclear. Pero parece que unos quince mil ucranianos han respondido a la perspectiva de la aniquilación en forma menos abstracta: apuntándose a una fiesta sexual masiva.
A quienes participen en la «orgía de Shchekavitsia: oficial», a las afueras de Kiev, se les pedirá que «se hagan marcas en las manos para expresar sus preferencias sexuales. Las personas interesadas en tener sexo anal deben pintarse tres marcas; quienes estén interesados en el sexo oral, cuatro marcas». Grupos similares han aparecido en otras partes, incluso uno que anuncia una orgía en la calle Deribasivska en Odesa.
¿Por qué, tras ocho meses de bombardeos rusos y combates brutales, podría alguien tener interés en un evento semejante? Según una participante entusiasta: «Es lo opuesto a la desesperación. La gente buscará algo bueno incluso en el peor escenario. Ese es el megaoptimismo de los ucranianos».
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