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¿La tan esperada crisis constitucional está por llegar?

CHICAGO – Desde la elección de Donald Trump en 2016, los académicos legales como yo hemos sido bombardeados con emails de periodistas que preguntan si Estados Unidos está atravesando o va camino a una “crisis constitucional”. La mayoría de estas preguntas se han visto motivadas por el incumplimiento de las normas por parte del presidente, incluida su interferencia en la investigación del Consejero Especial Robert Mueller sobre la interferencia rusa en la elección, sus ataques verbales a periodistas y jueces y sus esfuerzos por iniciar investigaciones contra sus opositores políticos.

Una crisis constitucional, correctamente entendida como un punto de inflexión que podría derivar en el colapso o transformación del sistema, no ha ocurrido. Pero una crisis de esas características hoy sí parece cada vez más factible. No estoy hablando de la elección (aunque eso podría producir una crisis constitucional si el resultado fuera apretado, o en el improbable caso de que Trump de alguna manera se negara a abandonar el poder). Más bien, me estoy refiriendo a una crisis que podría ocurrir aún si Trump perdiera. Esta crisis surgiría de una tensión que ha existido a lo largo de la historia norteamericana: concretamente, entre las cortes y un sistema de democracia que le da el máximo poder al pueblo.

Ha habido dos crisis constitucionales en la historia norteamericana. Ambas implicaron un enfrentamiento entre la Corte Suprema y las autoridades electas respaldadas por la opinión popular. La primera comenzó con el caso infame de Dred Scott v. Sandford en 1857. En ese caso, la Corte Suprema sostenía que los afronorteamericanos no eran ciudadanos de Estados Unidos y que el Compromiso de Missouri de 1820 –que había evitado la guerra civil al ofrecer una fórmula para dividir el territorio entre estados esclavos y estados libres- era inconstitucional.

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