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La polarización en EE. UU. nos afecta

MADRID – Hemos asistido recientemente a otra amarga batalla en el Congreso de EE. UU., para nada. De nuevo, los republicanos se han opuesto al intento demócrata de arrumbar el peculiar proceso dilatorio llamado filibuster - obstruccionismo parlamentario, por hablar claro -. Esta vez, el proyecto de ley bloqueado (filibusterado por los republicanos) tenía por objeto contrarrestar las nuevas restricciones al voto (propugnadas desde la bancada republicana). Esta batalla es la última en una saga de alboroto, polarización y parálisis que caracterizan hoy la política estadounidense, y que, sin duda, incidirán en las próximas elecciones legislativas en noviembre. Esta situación nos debería preocupar al resto del mundo.

En los últimos años, la sociedad americana se ha sumido en el ombliguismo y la desconfianza. Las redes sociales, con sus «cajas de resonancia», han agravado estos problemas: refuerzan las concepciones preexistentes, desacreditan la oposición y han facilitado la «cancel culture»-cultura de la cancelación, muerte intelectual del contrario-. La reflexión honrada y el diálogo abierto, necesarios para facilitar reformas y reconciliación, han pasado a ser prácticamente imposibles.

A medida que los líderes políticos han aprendido a aprovecharse de la polarización, la situación se ha deteriorado aún más. La retórica y las políticas populistas, aislacionistas y caprichosas del expresidente Donald Trump exacerbaron la polarización y aumentaron la volatilidad. La politóloga Barbara F. Walter advierte que Estados Unidos está «más cerca de una guerra civil de lo que quisiéramos creer».

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