koh2_ JIM WATSONAFP via Getty Images_joe biden Jim Watson/AFP via Getty Images

Consideraciones pos-Trump en EE. UU.

NEW HAVEN – Que Estados Unidos logre recuperar su posición internacional en los próximos cuatro años dependerá de la capacidad del pueblo estadounidense para unirse, como nación, para guiar al mundo en la solución de los problemas globales en línea con el estado del derecho.

Las crisis que enfrentó Estados Unidos durante los tres primeros años de la presidencia de Donald Trump fueron en gran medida autoinfligidas, pero el desastre de la COVID-19 dejó claramente al descubierto las debilidades características de Trump: políticas completamente desordenadas, mendacidad desenfrenada y conspiracionismo. Ahora todos entienden las profundas deficiencias que encierra la obsesión de Trump por las «gangas». Su enfoque transaccional —marcado por cataratas de amenazas, ajustes de cuentas, bruscos cambios de dirección y vacías fotos orquestadas— devastó relaciones de larga data y alianzas construidas originalmente sobre lazos genuinos de interés mutuo, afecto, confianza, cooperación y sacrificio.

Peor aún, el desdén de Trump por las relaciones fue de la mano con el desprecio por la verdad, la diplomacia, la burocracia y otros ingredientes esenciales de un gobierno sólido, tanto al nivel nacional como multilateral. Su alarmante desprecio por la ciencia y el saber de los expertos tuvo como resultado la erosión y degradación de instituciones nacionales eficaces y previamente independientes, como el Servicio Postal de EE. UU., los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, la Agencia de Protección Ambiental, la Administración de Alimentos y Medicamentos, el FBI y la comunidad de inteligencia de EE. UU.

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