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¿El gran rebote?

CAMBRIDGE – La mayor esperanza para personas de todo el mundo es que 2021 sea un año de transformación para bien, con una veloz recuperación de las economías, empresas dispuestas a pasar a la ofensiva con modelos de negocios «redimensionados» y gobiernos que hablan de «recrear mejor». Pero existe el riesgo (que aún no se aprecia lo suficiente) de que las instancias de decisión terminen gastando buena parte del año (y una parte excesiva) en combatir los daños actuales del shock de la COVID‑19 y los que surjan después.

Hay cuatro buenas razones para el optimismo en relación con 2021. La primera y principal es que científicos y empresas farmacéuticas están trabajando a toda marcha para desarrollar una vacuna contra la COVID‑19 (a menudo con la ayuda de una buena cuota de financiación pública, en forma directa e indirecta). Hay señales de que es posible que pronto se aprueben varias vacunas, lo que permitirá iniciar una senda hacia la inmunidad de rebaño, necesaria para que las interacciones económicas y sociales vuelvan a la normalidad.

En segundo lugar, buena parte del sector privado (ayudado por mercados de capitales accesibles que proveen abundante financiación a bajo costo) está trabajando en pensar y hacer planes para el mundo pospandemia. Las empresas esperan salir de la crisis poseedoras de un equilibrio mejor entre resiliencia y eficiencia, además de la mayor agilidad operativa y la disposición a aceptar ideas nuevas que sólo pudieron obtener al verse forzadas a ingresar en un paradigma de gestión de crisis muy incierto e inestable.

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