Desde China a Chile, desde la República de Corea hasta Sudáfrica, prácticamente no hay oposición significativa a la idea de que la inversión privada es decisiva para lograr la prosperidad y el crecimiento. Sin embargo, sólo en contadas ocasiones la inversión privada beneficia a los más pobres entre los pobres, precisamente los que más la necesitan.
Desde China a Chile, desde la República de Corea hasta Sudáfrica, prácticamente no hay oposición significativa a la idea de que la inversión privada es decisiva para lograr la prosperidad y el crecimiento. Sin embargo, sólo en contadas ocasiones la inversión privada beneficia a los más pobres entre los pobres, precisamente los que más la necesitan.