Como acto final de su presidencia, que terminará durante la reunión del Partido Comunista que comienza el 7 de noviembre, Jiang Zemin quiere que los empresarios se unan a la dirigencia del partido. Marx y Mao probablemente se estén revolcando en sus tumbas. ¿Quiénes son esos empresarios a los que quiere cortejar el presidente Jiang y cómo operan? Kenichi Ohmae nos ofrece un esbozo.
Oficialmente, China sigue siendo comunista. Sin embargo, las empresas en China se enfrentan a una reglamentación mucho menor que en Taiwán, Corea, Japón, Alemania, Francia y Suecia. Incluso comparada con los EU, China es un paraíso capitalista, siempre y cuando se mantenga uno alejado del gobierno central. Por ejemplo, las tarifas (que fija el gobierno central, pero que se administran a nivel local) son bajas o inexistentes para las compañías que aprovechan los sistemas regionales chinos de zonas libres de impuestos y de beneficios fiscales.
Nada de esto era concebible ni siquiera en 1992, cuando el anuncio de Beijing de "un país, dos sistemas" (y la decisión de fijar la moneda continental, el Renminbi, al dólar de Hong Kong) abrió las puertas a la inversión extranjera. El dinero inundó los mercados de valores de Shenzhen y Shangai, y fluyó la inversión directa para construir fábricas y oficinas en las zonas libres de impuestos.
Los símbolos de la cultura empresarial están en todas partes. El rostro de Jack Welch, director de General Electric de muchos años, está en los aparadores de las librerías en toda China, aunque su último libro sea probablemente una edición pirata, porque China tiene mucho que avanzar en la protección de los derechos de autor. Muchos empresarios asistieron a las escuelas de élite de idiomas extranjeros (que adiestraban a los espías durante la Guerra Fría) y después se fueron a Estados Unidos para obtener su posgrado en administración de empresas. Al regresar a China practican la manufactura al instante, evaluaciones de desempeño de 360 grados (que incluyen la evaluación de los jefes por sus subordinados) y la reingeniería, todo con una inventiva y una decisión que no tienen paralelo.
De hecho se está tratando de que regrese el mayor número de estudiantes que salieron a universidades en Japón, los EU y Europa. El gobierno local de Dalian construyó un complicado parque para el desarrollo de software al estilo de Silicon Valley, donde los estudiantes que regresan del extranjero pueden rentar espacios de oficina a bajo costo para echar a andar sus compañías. Cuentan con redes de banda ancha, se les presenta con inversionistas y con otros en su misma situación. Como si fueran empresas rivales dentro de una gran corporación, otras ciudades están creando sus propias incubadoras y sus incentivos para atraer talento.
Como resultado, la reputación mediocre de las innovaciones chinas está cambiando. Veamos el caso del Grupo Neusoft, con sede en Shenyang. De las compañías de software que cotizan en bolsa, Neusoft es la más grande de China, con ventas de 134 millones de dólares el año pasado. La empresa comenzó como un competidor de bajo precio de la corporación Oracle. Después de incursionar en la producción de equipo de sonido para autos, Liu Jiren, el director ejecutivo de Neusoft, empezó a oír quejas de los hospitales locales por el alto costo de los equipos especializados para rayos X, resonancia magnética, ultrasonido y tomografía computarizada (como los que fabricaban GE, Philips, Siemens y Toshiba).
At a time when democracy is under threat, there is an urgent need for incisive, informed analysis of the issues and questions driving the news – just what PS has always provided. Subscribe now and save $50 on a new subscription.
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De pronto, nació un nuevo negocio. Liu se dio cuenta de que Neusoft podía conectar chips normales de Intel y su propio software para imágenes con una gama de sensores digitales. Los equipos de Neusoft parecen pequeñas computadoras personales con sensores, pero son lo suficientemente baratos y flexibles para que cada cuarto de hospital tenga ahora su propio monitor con funciones múltiples.
En Estados Unidos o Japón, ante la oposición de las industrias ya posicionadas, una empresa así tal vez nunca habría logrado despegar. No obstante, al venderle primero a los hospitales chinos, Neusoft logró construir una cartera de clientes que le permitirá retar a la industria electrónica para la medicina en todo el mundo, de la misma forma que Honda y Toyota retaron a la industria automotriz en los años setenta.
Neusoft no está sola. Little Swan vende lavadoras de ropa en 40 países, mientras que el grupo Legend es actualmente el mayor fabricante de computadoras personales (la mayoría de las cuales se venden bajo otras marcas). Hua Wei, con sede en Shenzhen y con 14,000 empleados (70% de los cuales son ingenieros), fabrica enrutadores e interruptores para telecomunicaciones a la mitad del precio que la mayoría de las compañías globales. Muchos de los fabricantes de equipo telefónico en Estados Unidos y Europa le temen más a Hua Wei que a Fujitsu o a NEC.
Los chinos han captado la clave oculta para el éxito japonés de los años setenta y ochenta. Compañías como Toshiba y Sony dependían de dos regiones (Otaku en Tokio y Higashi Osaka en la prefectura de Osaka) donde se concentraban miles de fabricantes de componentes mecánicos y electrónicos de precisión. Hoy en día, Otaku y Higashi Osaka son anacronismos. Con carreteras e instalaciones portuarias modernas, y con líneas de comunicación disponibles, un fabricante de teléfonos celulares en Shenzhen podría recibir entregas de partes para manufactura al instante varias veces al día, de proveedores que están a unas horas de distancia.
Por toda China están surgiendo concentraciones manufactureras similares. Dalian se está convirtiendo en un centro para el desarrollo de software y apoyo para trabajo de oficina en idioma japonés, como procesamiento de seguros y centros de llamadas. Las compañías japonesas también se inclinan por Qingdao, en la península de Shandong, que se especializa en la producción de alimentos procesados de alta calidad. Más de 4,000 fabricantes taiwaneses se han establecido en Xiamen y Dongguan. Zhongguancun, que era una zona de investigaciones militares en Beijing donde habitan medio millón de científicos e ingenieros, es popular entre las compañías estadounidenses de alta tecnología.
Toda esta concentración ha dado como resultado producción de punta y empresas de avanzada. Tenemos como ejemplo la Fast Retailing Company de Japón, que vende al menudeo en este país ropa de alta calidad producida en China bajo la marca Uniqlo. Fast Retailing cobra una tercera parte del precio de sus competidores y su margen de ganancia es casi cinco veces mayor. El verbo "uniqlozar" (hacer reducciones fuertes en los costos a través de la producción china y la eliminación de intermediarios) ha ingresado a la jerga empresarial japonesa. Se escuchan frases como "¿Podemos uniqlozar la industria de la vivienda?"
Los EU se enfrentaron a algo similar a finales de los años ochenta. Su respuesta fue internalizar a los competidores extranjeros como Sony, Toyota, Bayer, Nestlé y Daimler-Chrysler, convirtiéndolas de hecho en empresas estadounidenses con inversionistas, lealtades e incluso culturas corporativas estadounidenses. Ahora, el reto para los EU, Europa y Japón será internalizar las empresas y los métodos chinos a fin de galvanizar los suyos propios para obtener niveles más altos de productividad e innovación.
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At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
ask Project Syndicate contributors to select the books that resonated with them the most over the past year.
Como acto final de su presidencia, que terminará durante la reunión del Partido Comunista que comienza el 7 de noviembre, Jiang Zemin quiere que los empresarios se unan a la dirigencia del partido. Marx y Mao probablemente se estén revolcando en sus tumbas. ¿Quiénes son esos empresarios a los que quiere cortejar el presidente Jiang y cómo operan? Kenichi Ohmae nos ofrece un esbozo.
Oficialmente, China sigue siendo comunista. Sin embargo, las empresas en China se enfrentan a una reglamentación mucho menor que en Taiwán, Corea, Japón, Alemania, Francia y Suecia. Incluso comparada con los EU, China es un paraíso capitalista, siempre y cuando se mantenga uno alejado del gobierno central. Por ejemplo, las tarifas (que fija el gobierno central, pero que se administran a nivel local) son bajas o inexistentes para las compañías que aprovechan los sistemas regionales chinos de zonas libres de impuestos y de beneficios fiscales.
Nada de esto era concebible ni siquiera en 1992, cuando el anuncio de Beijing de "un país, dos sistemas" (y la decisión de fijar la moneda continental, el Renminbi, al dólar de Hong Kong) abrió las puertas a la inversión extranjera. El dinero inundó los mercados de valores de Shenzhen y Shangai, y fluyó la inversión directa para construir fábricas y oficinas en las zonas libres de impuestos.
Los símbolos de la cultura empresarial están en todas partes. El rostro de Jack Welch, director de General Electric de muchos años, está en los aparadores de las librerías en toda China, aunque su último libro sea probablemente una edición pirata, porque China tiene mucho que avanzar en la protección de los derechos de autor. Muchos empresarios asistieron a las escuelas de élite de idiomas extranjeros (que adiestraban a los espías durante la Guerra Fría) y después se fueron a Estados Unidos para obtener su posgrado en administración de empresas. Al regresar a China practican la manufactura al instante, evaluaciones de desempeño de 360 grados (que incluyen la evaluación de los jefes por sus subordinados) y la reingeniería, todo con una inventiva y una decisión que no tienen paralelo.
De hecho se está tratando de que regrese el mayor número de estudiantes que salieron a universidades en Japón, los EU y Europa. El gobierno local de Dalian construyó un complicado parque para el desarrollo de software al estilo de Silicon Valley, donde los estudiantes que regresan del extranjero pueden rentar espacios de oficina a bajo costo para echar a andar sus compañías. Cuentan con redes de banda ancha, se les presenta con inversionistas y con otros en su misma situación. Como si fueran empresas rivales dentro de una gran corporación, otras ciudades están creando sus propias incubadoras y sus incentivos para atraer talento.
Como resultado, la reputación mediocre de las innovaciones chinas está cambiando. Veamos el caso del Grupo Neusoft, con sede en Shenyang. De las compañías de software que cotizan en bolsa, Neusoft es la más grande de China, con ventas de 134 millones de dólares el año pasado. La empresa comenzó como un competidor de bajo precio de la corporación Oracle. Después de incursionar en la producción de equipo de sonido para autos, Liu Jiren, el director ejecutivo de Neusoft, empezó a oír quejas de los hospitales locales por el alto costo de los equipos especializados para rayos X, resonancia magnética, ultrasonido y tomografía computarizada (como los que fabricaban GE, Philips, Siemens y Toshiba).
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En Estados Unidos o Japón, ante la oposición de las industrias ya posicionadas, una empresa así tal vez nunca habría logrado despegar. No obstante, al venderle primero a los hospitales chinos, Neusoft logró construir una cartera de clientes que le permitirá retar a la industria electrónica para la medicina en todo el mundo, de la misma forma que Honda y Toyota retaron a la industria automotriz en los años setenta.
Neusoft no está sola. Little Swan vende lavadoras de ropa en 40 países, mientras que el grupo Legend es actualmente el mayor fabricante de computadoras personales (la mayoría de las cuales se venden bajo otras marcas). Hua Wei, con sede en Shenzhen y con 14,000 empleados (70% de los cuales son ingenieros), fabrica enrutadores e interruptores para telecomunicaciones a la mitad del precio que la mayoría de las compañías globales. Muchos de los fabricantes de equipo telefónico en Estados Unidos y Europa le temen más a Hua Wei que a Fujitsu o a NEC.
Los chinos han captado la clave oculta para el éxito japonés de los años setenta y ochenta. Compañías como Toshiba y Sony dependían de dos regiones (Otaku en Tokio y Higashi Osaka en la prefectura de Osaka) donde se concentraban miles de fabricantes de componentes mecánicos y electrónicos de precisión. Hoy en día, Otaku y Higashi Osaka son anacronismos. Con carreteras e instalaciones portuarias modernas, y con líneas de comunicación disponibles, un fabricante de teléfonos celulares en Shenzhen podría recibir entregas de partes para manufactura al instante varias veces al día, de proveedores que están a unas horas de distancia.
Por toda China están surgiendo concentraciones manufactureras similares. Dalian se está convirtiendo en un centro para el desarrollo de software y apoyo para trabajo de oficina en idioma japonés, como procesamiento de seguros y centros de llamadas. Las compañías japonesas también se inclinan por Qingdao, en la península de Shandong, que se especializa en la producción de alimentos procesados de alta calidad. Más de 4,000 fabricantes taiwaneses se han establecido en Xiamen y Dongguan. Zhongguancun, que era una zona de investigaciones militares en Beijing donde habitan medio millón de científicos e ingenieros, es popular entre las compañías estadounidenses de alta tecnología.
Toda esta concentración ha dado como resultado producción de punta y empresas de avanzada. Tenemos como ejemplo la Fast Retailing Company de Japón, que vende al menudeo en este país ropa de alta calidad producida en China bajo la marca Uniqlo. Fast Retailing cobra una tercera parte del precio de sus competidores y su margen de ganancia es casi cinco veces mayor. El verbo "uniqlozar" (hacer reducciones fuertes en los costos a través de la producción china y la eliminación de intermediarios) ha ingresado a la jerga empresarial japonesa. Se escuchan frases como "¿Podemos uniqlozar la industria de la vivienda?"
Los EU se enfrentaron a algo similar a finales de los años ochenta. Su respuesta fue internalizar a los competidores extranjeros como Sony, Toyota, Bayer, Nestlé y Daimler-Chrysler, convirtiéndolas de hecho en empresas estadounidenses con inversionistas, lealtades e incluso culturas corporativas estadounidenses. Ahora, el reto para los EU, Europa y Japón será internalizar las empresas y los métodos chinos a fin de galvanizar los suyos propios para obtener niveles más altos de productividad e innovación.