WASHINGTON, DC – Hace un año, Oriente Medio parecía preparado para un gran avance: la normalización de las relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Israel. En términos más generales, la administración del presidente norteamericano, Joe Biden, pregonaba una desescalada de las tensiones en la región. Estados Unidos hasta parecía haber llegado a algún acuerdo informal con Irán, al no implementar sanciones petroleras y al permitirle recibir varios miles de millones de dólares de Irak por gas natural y electricidad. A cambio, Irán iba a diluir parte del uranio que había enriquecido al 60% (cerca del grado de armas nucleares) y prohibirles a sus apoderados chiitas disparar contra fuerzas estadounidenses en Irak y Siria.
WASHINGTON, DC – Hace un año, Oriente Medio parecía preparado para un gran avance: la normalización de las relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Israel. En términos más generales, la administración del presidente norteamericano, Joe Biden, pregonaba una desescalada de las tensiones en la región. Estados Unidos hasta parecía haber llegado a algún acuerdo informal con Irán, al no implementar sanciones petroleras y al permitirle recibir varios miles de millones de dólares de Irak por gas natural y electricidad. A cambio, Irán iba a diluir parte del uranio que había enriquecido al 60% (cerca del grado de armas nucleares) y prohibirles a sus apoderados chiitas disparar contra fuerzas estadounidenses en Irak y Siria.