La mayoría de los periodistas occidentales responden airadamente cuando los gobiernos amenazan con coartar su capacidad de reunir la información que necesitan. Algunos hasta han ido a la cárcel por proteger las identidades de fuentes e informantes anónimos, o han demandado a los gobiernos que les niegan el acceso a documentos cruciales. Lamentablemente, muchos periodistas parecen bastante más dispuestos a luchar por su derecho a reunir noticias que a batallar por su derecho a publicar y difundir libremente los resultados de sus actividades. De hecho, gran cantidad de periodistas y organizaciones noticiosas parecen aceptar la censura como un hecho natural en países que controlan regularmente sus medios de comunicación.
Bajar la cabeza ante esta censura podría haber sido necesario cuando las imprentas, los camiones repartidores, los quioscos de noticias o las torres de transmisión eran la única manera de hacer llegar publicaciones escritas o difundir programas a los consumidores de noticias. Sin embargo, la publicación por Internet ofrece una oportunidad nueva –y potencialmente lucrativa- de distribución de información no censurada.
Esta libertad no es automática, ya que incluso la apertura inherente de la Internet puede terminar siendo abatida por actividades meticulosas de filtrado y vigilancia por parte de los gobiernos. No obstante, en los últimos años la constante investigación para lograr métodos que contrapesen estar interferencia de terceros en las comunicaciones de Internet ha comenzado a convertirse en un nuevo factor. La mayor parte de ella no se ha realizado en laboratorios de universidades ni en centros de Investigación y desarrollo de grandes empresas: la han llevado a cabo espontáneamente adolescentes que la usan para compartir música con derechos de autor sin tener que pagar por ella.
Los medios occidentales han cubierto esta historia con gran interés, pero aparentemente sin darse cuenta de que estas tecnologías "peer-to-peer" tienen el potencial de eliminar la censura de las noticias para los habitantes de países como China, donde todo contenido en línea que vaya en contra de la línea actual del Partido Comunista Chino se arriesga a caer víctima de la "Gran muralla cortafuegos" de la censura. Las tecnologías "peer-to-peer" hacen más difícil el filtrado, ya que sitúan a prácticamente cualquier consumidor de información dentro del proceso de su retransmisión.
Por ejemplo, sin poner en peligro a los habitantes de China, las organizaciones noticiosas podrían llegar a acuerdos con otras compañías para asegurarse de que las informaciones sin censura se transmitan desde un servidor libre a otro, retando con ello a China a filtrar la Internet completa si es que desea eliminar contenidos. Por supuesto, las organizaciones noticiosas funcionan como empresas, y desafiar gobiernos poderosos puede ser una mala estrategia de negocios.
Por eso es que ha habido tan pocas reacciones de rebelión, o incluso protesta, entre las compañías de medios de comunicación cuando un gobierno autoritario amenaza a periodistas, editores y editoriales. También explica por qué tan a menudo los periodistas de estos países han preferido ofrecer disculpas por sus transgresiones individuales, en lugar de mostrarse desafiantes.
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Sin embargo, las organizaciones noticiosas podría llegar a mucha más gente si se esforzaran por esquivar el filtrado de Internet, en lugar de esperar pasivamente a que quienes están dentro del muro encuentren por si mismos la manera de ir más allá de los sitios bloqueados. Hacerlo incluso tiene sentido en términos comerciales.
Construir un sistema creativo de distribución digital que eluda a los censores del gobierno ayudaría a que las organizaciones noticiosas consoliden y amplíen sus mercados. De hecho, no es poco plausible que cuando las políticas represivas de un gobierno disminuyan, o terminen debido a un cambio de régimen, los medios que estaban presentes previamente y tenían la aprobación del gobierno tendrán pobres resultados en comparación con sus contrapartes del exterior que se mantuvieron al margen y transmitieron la verdad. Si los medios ubicados en sociedades abiertas y físicamente remotas llegan a los consumidores de países como China, los beneficios para los chinos podrían ser enormes, y grandes podrían ser también los potenciales resultados de negocios.
Junto con los emprendedores adolescentes que crearon Napster, académicos como Lorrie Faith Cranor, de Carnegie Mellon, han hecho la "cartografía" de potenciales nuevas redes que han recibido nombres nobles y elevados (como "Publius"), a través de las que se pueda hacer circular puntos de vista impopulares sin que a los gobiernos les sea fácil controlarlos. Un equipo de científicos informáticos de Stanford y otros puntos crearon un proyecto llamado "LOCKSS", que conserva copias descentralizadas y en espejo, y detecta si hay corrupción o falsificaciones entre ellas, con el fin de preservar para siempre la integridad de nuestras historias escritas.
Quienes se consideran parte de la prensa libre global deberían esforzarse, como conjunto, en construir redes similares, mediante las cuales se puedan transmitir libremente noticias y reportes que estén disponibles para cualquiera que disponga de una conexión a la Internet. Crear una red de estas características tendría un coste mucho menor que el de construir, por ejemplo, una nueva central de impresión, y sería mucho más eficaz. Debemos considerar las primeras planas de los periódicos de las naciones libres como un precioso conjunto de documentos que se ha de replicar y compartir libremente en todo el mundo, especialmente en los países donde existe una fuerte censura.
Gracias a la Internet, los riesgos de hacer realidad estas redes de distribución son meramente comerciales y, por ende, cuantificables y gestionables. Son poca cosa si se los compara con lo que arriesgan los disidentes que habitan en las sociedades cerradas. Poner estas primeras planas en un sitio Web filtrado debería ser sólo un comienzo: es el momento de que encontremos una manera de hacerlas circular por todo el orbe. Tiene sentido desde el punto de vista político, y también desde el de los negocios.
Jonathan Zittrain es profesor de Gobierno y regulación de Internet en la Universidad de Oxford y profesor visitante de la Escuela de Leyes de Harvard, cuyo Centro Berkman sobre Internet y Sociedad ayudó a fundar.
Whatever his failings, Joe Biden did more for the typical American working family than any other president in at least a generation. Tragically, Americans who remain angry about chronic economic injustices will soon realize that the situation can get much worse.
contrast the Biden administration's pro-worker policies with what Donald Trump is likely to do.
While artificial intelligence has the potential to drive global growth and boost productivity, the industry is grappling with mounting challenges like soaring development costs and energy requirements. Meanwhile, investors are questioning whether AI investments can deliver meaningful returns.
identifies three negative trends that could stifle innovation and slow the pace of technological progress.
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La mayoría de los periodistas occidentales responden airadamente cuando los gobiernos amenazan con coartar su capacidad de reunir la información que necesitan. Algunos hasta han ido a la cárcel por proteger las identidades de fuentes e informantes anónimos, o han demandado a los gobiernos que les niegan el acceso a documentos cruciales. Lamentablemente, muchos periodistas parecen bastante más dispuestos a luchar por su derecho a reunir noticias que a batallar por su derecho a publicar y difundir libremente los resultados de sus actividades. De hecho, gran cantidad de periodistas y organizaciones noticiosas parecen aceptar la censura como un hecho natural en países que controlan regularmente sus medios de comunicación.
Bajar la cabeza ante esta censura podría haber sido necesario cuando las imprentas, los camiones repartidores, los quioscos de noticias o las torres de transmisión eran la única manera de hacer llegar publicaciones escritas o difundir programas a los consumidores de noticias. Sin embargo, la publicación por Internet ofrece una oportunidad nueva –y potencialmente lucrativa- de distribución de información no censurada.
Esta libertad no es automática, ya que incluso la apertura inherente de la Internet puede terminar siendo abatida por actividades meticulosas de filtrado y vigilancia por parte de los gobiernos. No obstante, en los últimos años la constante investigación para lograr métodos que contrapesen estar interferencia de terceros en las comunicaciones de Internet ha comenzado a convertirse en un nuevo factor. La mayor parte de ella no se ha realizado en laboratorios de universidades ni en centros de Investigación y desarrollo de grandes empresas: la han llevado a cabo espontáneamente adolescentes que la usan para compartir música con derechos de autor sin tener que pagar por ella.
Los medios occidentales han cubierto esta historia con gran interés, pero aparentemente sin darse cuenta de que estas tecnologías "peer-to-peer" tienen el potencial de eliminar la censura de las noticias para los habitantes de países como China, donde todo contenido en línea que vaya en contra de la línea actual del Partido Comunista Chino se arriesga a caer víctima de la "Gran muralla cortafuegos" de la censura. Las tecnologías "peer-to-peer" hacen más difícil el filtrado, ya que sitúan a prácticamente cualquier consumidor de información dentro del proceso de su retransmisión.
Por ejemplo, sin poner en peligro a los habitantes de China, las organizaciones noticiosas podrían llegar a acuerdos con otras compañías para asegurarse de que las informaciones sin censura se transmitan desde un servidor libre a otro, retando con ello a China a filtrar la Internet completa si es que desea eliminar contenidos. Por supuesto, las organizaciones noticiosas funcionan como empresas, y desafiar gobiernos poderosos puede ser una mala estrategia de negocios.
Por eso es que ha habido tan pocas reacciones de rebelión, o incluso protesta, entre las compañías de medios de comunicación cuando un gobierno autoritario amenaza a periodistas, editores y editoriales. También explica por qué tan a menudo los periodistas de estos países han preferido ofrecer disculpas por sus transgresiones individuales, en lugar de mostrarse desafiantes.
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Construir un sistema creativo de distribución digital que eluda a los censores del gobierno ayudaría a que las organizaciones noticiosas consoliden y amplíen sus mercados. De hecho, no es poco plausible que cuando las políticas represivas de un gobierno disminuyan, o terminen debido a un cambio de régimen, los medios que estaban presentes previamente y tenían la aprobación del gobierno tendrán pobres resultados en comparación con sus contrapartes del exterior que se mantuvieron al margen y transmitieron la verdad. Si los medios ubicados en sociedades abiertas y físicamente remotas llegan a los consumidores de países como China, los beneficios para los chinos podrían ser enormes, y grandes podrían ser también los potenciales resultados de negocios.
Junto con los emprendedores adolescentes que crearon Napster, académicos como Lorrie Faith Cranor, de Carnegie Mellon, han hecho la "cartografía" de potenciales nuevas redes que han recibido nombres nobles y elevados (como "Publius"), a través de las que se pueda hacer circular puntos de vista impopulares sin que a los gobiernos les sea fácil controlarlos. Un equipo de científicos informáticos de Stanford y otros puntos crearon un proyecto llamado "LOCKSS", que conserva copias descentralizadas y en espejo, y detecta si hay corrupción o falsificaciones entre ellas, con el fin de preservar para siempre la integridad de nuestras historias escritas.
Quienes se consideran parte de la prensa libre global deberían esforzarse, como conjunto, en construir redes similares, mediante las cuales se puedan transmitir libremente noticias y reportes que estén disponibles para cualquiera que disponga de una conexión a la Internet. Crear una red de estas características tendría un coste mucho menor que el de construir, por ejemplo, una nueva central de impresión, y sería mucho más eficaz. Debemos considerar las primeras planas de los periódicos de las naciones libres como un precioso conjunto de documentos que se ha de replicar y compartir libremente en todo el mundo, especialmente en los países donde existe una fuerte censura.
Gracias a la Internet, los riesgos de hacer realidad estas redes de distribución son meramente comerciales y, por ende, cuantificables y gestionables. Son poca cosa si se los compara con lo que arriesgan los disidentes que habitan en las sociedades cerradas. Poner estas primeras planas en un sitio Web filtrado debería ser sólo un comienzo: es el momento de que encontremos una manera de hacerlas circular por todo el orbe. Tiene sentido desde el punto de vista político, y también desde el de los negocios.
Jonathan Zittrain es profesor de Gobierno y regulación de Internet en la Universidad de Oxford y profesor visitante de la Escuela de Leyes de Harvard, cuyo Centro Berkman sobre Internet y Sociedad ayudó a fundar.