BEIJING – La capacidad de China de ejecutar políticas importantes es siempre sorprendente, y el giro en 180 grados en la estrategia de COVID cero que había estado implementando casi religiosamente por casi tres años no es la excepción. Prácticamente de la noche a la mañana, el gobierno comenzó a desmantelar centros de pruebas del COVID-19, que antes estaban en todas partes. Los medios de comunicación estatales empezaron a recalcar que la variante Ómicron es muy suave. Repentinamente, los residentes de muchas ciudades fueron liberados de la cuarentena: por ejemplo, la gente en Guangzhou puede ahora ir de una cuarentena residencial a un bar de karaoke en cuestión de dos horas.
La era del pos-COVID ha llegado a China. ¿Y ahora, qué?
A medida que las drásticas normas de cuarentena se vuelven cosas del pasado, el pueblo chino podrá reanudar parte de sus vidas prepandémicas. Volverán a sus oficinas, a comprar en tiendas por departamentos, a cenar en restaurantes y a visitar parques y templos, todo sin tomarse pruebas del COVID a diario ni temer una estadía obligatoria en un centro de cuarentena.
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The banking system we take for granted is unfixable. The good news is that we no longer need to rely on any private, rent-seeking, socially destabilizing network of banks, at least not the way we have so far.
shows why the current private system is unfixable – and why we don’t need to tolerate it anymore.
Like Vladimir Putin, China's leader is so steeped in a narrative of victimhood and fearful of appearing weak that it is hard to imagine him ever leading China out of the mess he has created. He could well be remembered as the leader who squandered history's most remarkable economic success story.
about the country's increasingly worrisome trajectory, both at home and abroad.
Artificial IdiocyFrank Rumpenhorst/picture alliance via Getty Images
BEIJING – La capacidad de China de ejecutar políticas importantes es siempre sorprendente, y el giro en 180 grados en la estrategia de COVID cero que había estado implementando casi religiosamente por casi tres años no es la excepción. Prácticamente de la noche a la mañana, el gobierno comenzó a desmantelar centros de pruebas del COVID-19, que antes estaban en todas partes. Los medios de comunicación estatales empezaron a recalcar que la variante Ómicron es muy suave. Repentinamente, los residentes de muchas ciudades fueron liberados de la cuarentena: por ejemplo, la gente en Guangzhou puede ahora ir de una cuarentena residencial a un bar de karaoke en cuestión de dos horas.
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A medida que las drásticas normas de cuarentena se vuelven cosas del pasado, el pueblo chino podrá reanudar parte de sus vidas prepandémicas. Volverán a sus oficinas, a comprar en tiendas por departamentos, a cenar en restaurantes y a visitar parques y templos, todo sin tomarse pruebas del COVID a diario ni temer una estadía obligatoria en un centro de cuarentena.
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