

From semiconductors to electric vehicles, governments are identifying the strategic industries of the future and intervening to support them – abandoning decades of neoliberal orthodoxy in the process. Are industrial policies the key to tackling twenty-first-century economic challenges or a recipe for market distortions and lower efficiency?
BERLÍN – los últimos 14 años fueron desalentadores para «hombre de Davos». El ya fallecido politólogo de la Universidad de Harvard Samuel P. Huntington popularizó el término en 2004 para describir a una nueva clase dominante de evangelistas de la globalización. El hombre de Davos, afirmó, buscaba la desaparición de las fronteras internacionales y que la lógica del mercado reemplazara a la de la política.
Pero desde la crisis financiera mundial de 2008, la política prevalece cada vez más sobre la economía, una tendencia que llegó al súmmum en 2016 con la elección de Donald Trump en Estados Unidos y el referendo por la brexit. Ambos eventos representaron un contragolpe contra la visión del hombre de Davos: un mundo libre de fricciones y gobernado (no dirigido) de la manera más eficiente posible a través de «procesos con múltiples partes interesadas».
Más aún, en la reunión anual de Davos de este año, los asistentes debieron enfrentar un desafío aún mayor que la política nacional: el regreso de la geopolítica. El tema del Foro Económico Mundial fue «La historia en un punto de inflexión», para reconocer que llegamos al fin del «fin de la historia». Aunque los valores del FEM promueven la cooperación en la búsqueda de «un solo mundo», la nueva agenda se centra necesariamente en el conflicto y la división.
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