espinosa3_Matthew-Horwood_Getty-Images_wind-turbine Matthew Horwood/Getty Images

La lucha contra el cambio climático se acerca a un punto de inflexión

PARÍS – El mes próximo, se celebrará en San Francisco la Cumbre Global de Acción Climática, una de las reuniones internacionales sobre el cambio climático más grandes que el mundo haya visto. Se pretende que el evento, cuyo tema es “llevar la ambición al siguiente nivel”, sea una plataforma de lanzamiento para una acción acelerada que permita al mundo alcanzar los objetivos fijados por el acuerdo de 2015 sobre el clima firmado en París. Es una oportunidad única para avanzar en el combate al calentamiento global, pero para aprovecharla es imprescindible que se involucren todas las partes interesadas.

En París la comunidad internacional acordó limitar el aumento de la temperatura global media a no más de 2 grados Celsius (y mejor aún 1,5 °C) por encima de los niveles preindustriales. A tal fin, se encomendó a los gobiernos nacionales la tarea de elaborar planes de acción climática propios, llamados “contribuciones determinadas a nivel nacional” (NDC por la sigla en inglés).

Pero los gobiernos nacionales no pueden hacerlo solos. Cada uno debe hacer su parte (incluidos actores en todos los niveles de gobierno, dirigentes empresariales, inversores y la sociedad civil). Esto demanda una nueva forma de multilateralismo inclusivo, que también es aplicable a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, complementarios de los compromisos del acuerdo de París.

Es una tarea inmensa, pero abundan los motivos para el optimismo. Hay un interés global nunca antes visto en la creación de un futuro descarbonizado y climáticamente seguro, con una economía ecológica dinámica, una sociedad próspera y un medioambiente saludable.

En todo el mundo, en 2017 el 70% del agregado neto de capacidad de generación de energía correspondió a fuentes renovables (según el Informe 2018 sobre la situación mundial de las energías renovables). Además, como parte de la Coalición Under2, más de 200 estados, regiones y gobiernos municipales se han comprometido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero al menos un 80% por debajo de los niveles de 1990 de aquí a 2050.

Los centros urbanos también están demostrando capacidad para el liderazgo y la innovación en relación con el clima. La ciudad de Nueva York ordenó reacondicionar 14 500 de sus edificios más contaminantes. Shenzhen se convirtió en la primera ciudad del mundo provista de una flota de autobuses totalmente eléctrica. Curitiba (Brasil) introdujo un nuevo modelo de producción urbana de alimentos. Y Oslo creó un presupuesto climático como guía para la toma de decisiones financieras.

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En el nivel empresarial, la coalición We Mean Business informa que más de 700 empresas, con un valor total de mercado superior a los 16 billones de dólares, han formulado compromisos de largo alcance para el clima. Y 289 inversores, con una cartera conjunta de activos de alrededor de 30 billones de dólares, se sumaron a la iniciativa quinquenal Climate 100+, que busca trabajar con los principales emisores corporativos de gases de efecto invernadero de todo el mundo para mejorar la gobernanza en lo referido al cambio climático, limitar las emisiones y mejorar la publicación de información financiera relacionada con el clima. Se prevé que con esto la emisión mundial de bonos verdes este año puede alcanzar los 300 000 millones de dólares.

Pero todavía falta mucho para estar a salvo. Los científicos coinciden en que para lograr neutralidad de carbono (un nivel de emisión tan bajo que asegure su absorción por los bosques, los suelos y otros sistemas naturales) a mediados de siglo, las emisiones mundiales de dióxido de carbono deben dejar de crecer y empezar a disminuir en 2020. Hasta ahora, han alcanzado (o es posible que hayan alcanzado) este punto de inflexión unos 50 países, y pronto se les sumarán otros. Es un avance, pero no es suficiente.

Lo cierto es que la tasa actual de acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera nos llevará en poco tiempo muy por encima del límite de 1,5 °C, superado el cual los peores efectos del cambio climático serán inevitables. Los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes, como muestran las temperaturas récord registradas en el mundo este año. De seguir las tendencias actuales, es muy posible que la temperatura mundial media aumente 3 °C, lo que pondrá en riesgo sistemas naturales como los arrecifes de coral, las selvas y las regiones polares.

Todas las partes involucradas deben reafirmar su compromiso en la lucha contra el cambio climático. Para impulsarlo, la Cumbre Global de Acción Climática y sus organismos asociados han emitido una amplia variedad de desafíos nuevos, que incluyen el objetivo de generación nula de residuos urbanos, llegar a que 500 empresas se pongan metas con respaldo científico e iniciativas para acelerar la adopción de vehículos no contaminantes.

Estos esfuerzos no sólo protegerán el medioambiente, sino que también estimularán la economía. Un informe reciente de New Climate Economy indica que sólo en el sector transporte, la transición a una economía descarbonizada puede crear en todo el mundo 23 millones de empleos al año.

Tal vez lo más importante es que una muestra de acciones ambiciosas en esta lucha por parte de los líderes de diferentes sectores puede inspirar a los gobiernos nacionales a aumentar las NDC antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se celebrará en diciembre en Polonia, donde se terminarán de definir las pautas de implementación del acuerdo de París.

Actuar separados es difícil; actuar juntos nos inspira y nos ayuda a todos a hacer más. Y tenemos que hacer más, si queremos dejar a las generaciones futuras un planeta sano.

Traducción: Esteban Flamini

https://prosyn.org/rYrfH7Wes