LONDRES – Aunque la revolución digital empezó hace varias décadas, todavía no hay un orden económico digital global. En vez de eso, hay visiones de capitalismo digital divergentes, cuyos principales exponentes son Estados Unidos, China y la Unión Europea, que llevan años desarrollando modelos propios y han comenzado a exportarlos a las economías en desarrollo y emergentes. Sin una mayor alineación internacional, existe el riesgo de que el mundo desaproveche soluciones tecnológicas prometedoras para los problemas compartidos.
LONDRES – Aunque la revolución digital empezó hace varias décadas, todavía no hay un orden económico digital global. En vez de eso, hay visiones de capitalismo digital divergentes, cuyos principales exponentes son Estados Unidos, China y la Unión Europea, que llevan años desarrollando modelos propios y han comenzado a exportarlos a las economías en desarrollo y emergentes. Sin una mayor alineación internacional, existe el riesgo de que el mundo desaproveche soluciones tecnológicas prometedoras para los problemas compartidos.