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Dinero global para los pobres

SAN PABLO – En 2002, el economista y premio Nobel Thomas Sargent y François Velde, hoy economista sénior en el Banco de la Reserva Federal de Chicago, publicaron The Big Problem of Small Change (El gran problema de la calderilla). El título del libro se inspiró en las observaciones del historiador económico Carlo Cipolla sobre el funcionamiento del sistema medieval de dinero mercancía –particularmente su persistente incapacidad desde el siglo XII en adelante para impedir la escasez de monedas de escaso valor utilizadas principalmente por los pobres.

Hoy, el mundo enfrenta el gran problema de la calderilla global. Por ejemplo, ¿cómo pueden enviar dinero los trabajadores migrantes en las economías desarrolladas de manera económica y segura a sus familias en países en desarrollo? Las remesas son demasiado caras y todavía está por verse si Libra de Facebook, u otra criptomoneda global, será una opción viable y estable para ofrecer dinero global para los pobres. Sin embargo, los responsables de las políticas y las empresas tecnológicas pueden buscar una guía en la historia monetaria.

Cipolla decía que el problema medieval de la escasez de monedas de escaso valor reside en las persistentes diferencias en el tipo de cambio entre las monedas de oro y plata de gran denominación y las monedas más pequeñas utilizadas en transacciones diarias, y en el costo más elevado de producirlas. Recién a fines de los años 1800, después de siglos de prueba y error, la mayoría de los países europeos encontraron una solución: los gobiernos deberían emitir monedas simbólicas de alta calidad que fueran difíciles de falsificar y que no tuvieran valor intrínseco, o muy poco, pero que fueran convertibles a mercancías como el oro. Esta fue la base del patrón oro.

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