NUEVA YORK – Cuando el gobierno sudafricano intentó enmendar sus leyes en el año 1997 con el propósito de recurrir al uso de medicamentos genéricos asequibles para el tratamiento del VIH/SIDA, todo el poder legal de la industria farmacéutica mundial ejerció presión sobre este país, retrasando la implementación y causando un alto costo humano. Sudáfrica finalmente ganó su caso, pero el gobierno aprendió la lección: no volvió a intentar poner la salud y el bienestar de sus ciudadanos en sus propias manos al desafiar al régimen mundial convencional que gobierna la propiedad intelectual (PI).
NUEVA YORK – Cuando el gobierno sudafricano intentó enmendar sus leyes en el año 1997 con el propósito de recurrir al uso de medicamentos genéricos asequibles para el tratamiento del VIH/SIDA, todo el poder legal de la industria farmacéutica mundial ejerció presión sobre este país, retrasando la implementación y causando un alto costo humano. Sudáfrica finalmente ganó su caso, pero el gobierno aprendió la lección: no volvió a intentar poner la salud y el bienestar de sus ciudadanos en sus propias manos al desafiar al régimen mundial convencional que gobierna la propiedad intelectual (PI).